sábado, 11 de enero de 2020

Tu eres mi Hijo

Bautismo del señor (A)



En los 18 días que hemos pasado desde el día de Navidad a hasta hoy, hemos revivido tres teofanías, tres "mostraciones" graduales, en Jesús, el Hijo de Dios encarnado.

- El día de Navidad, en la Misa del gallo, terminaba el Evangelio con el anuncio del Ángel a los pastores, relato que continuaba en el Evangelio de la Misa de la aurora, donde se nos decía que fueron y vieron todo lo que les había anunciado el Ángel... se llenaron de gran alegría y volvieron a contarlo. Una mostración a los sencillos.

- El pasado lunes en la Epifanía, es una estrella quien guía a tres personajes curiosos -curiosos por su ser (magos, reyes, sabios...) y curiosos por su búsqueda- También al ver la estrella se llenaron de gran alegría.. y entrando en la casa vieron al noño con su madre y cayendo de rodillas lo adoraron... y se volvieron a su tierra por otro camino. Una segunda mostración a todos los pueblos representados en los tres Magos.

- Hoy, en el bautismo es Jesús mismo quien se presenta a Juan ante Juan y todo el gentío que penitente buscaba un signo de conversión en el bautismo de Juan.

18 días en nuestro calendario y 30 años en la cronología evangélica. Un soldado bautiza a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador cantamos en una antífona de laudes.

Jesús se bautizó ante Juan no como un acto individual, ante los ojos de todos, como la iconografía nos lo suele proponer.  Lo hizo en un bautismo general, como uno más, sin hacer ruido, sin llamar la atención -"la caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará"-. Lo importante pasó en su interior -el bautismo siempre lava, siempre limpia lo de dentro-.  Y se confirma su misión: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.  Y las dudas se disiparon, y arrancó su tarea de traer para todos un nuevo reino, donde todos tenemos sitio y el cariño de un Padre Dios, que como a Él nos dice. Tu eres mi hijo amado. Y esta es la tercera mostración, a todos con la confirmación del cielo.

La fiesta del bautismo de Jesús conlleva necesariamente una referencia precisa también a nuestro bautismo. Un bautismo que espera ser “manifestado”. A menudo el Papa Francisco nos recuerda que recordemos nuestro propio bautismo, Que dejemos de ser un nombre registrado en los grandes libros de los archivos parroquiales y salgamos fuera, que luzcamos nuestro ser cristiano, nuestra esencia de hijos de Dios. Ya es tiempo de honrar y hacer nuestros los compromisos que otros (padres y padrinos) han tomado por nosotros.

¿Qué hemos hecho de aquel sacramento? ¿Lo hemos asumido como una decisión personal de seguir un determinado estilo de vida?  No se trata de hacer cosas grandes sino de vivir como cristianos día a día.

Como Jesús, también nosotros hemos sido bautizados
Con Espíritu Santo y fuego. Ese Espíritu que es gracia y don gratuito.
Que nos hace conscientes de ser hermanos de Jesús,
que nos trae la libertad verdadera para todos,
que nos hace sentir por dentro que estamos perdonados,
y que somos "amados" por el Padre incondicionalmente.
¿Porqué no nos lo creemos?
¿Porqué nos da vergüenza mostrar lo que somos?
¿Qué nos pasa, Señor?
Hoy Señor Jesús, queremos pedirte:
que nos des a sentir tu espíritu de fuego;
que nos haga conscientes de que estamos perdonados,
que nos consideremos hermanos pequeños tuyos e hijos de Dios Padre,
que nos haga abandonar la rutina y el miedo
y que nos mueva a participar activamente en las tareas del Reino. Así sea.

Isaías 42, 1-4. 6-7
Salmo 28              R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz
Hechos de los apóstoles 10, 34-38
Mateo 3, 13-17


Fr. J.L.

El Bautismo de Cristo (1472-1475). Andrea del Verrocchio / Leonardo da Vinci
Galeria Uffizi (Florencia)