sábado, 16 de diciembre de 2017

Cuestionando al mundo

III Domingo del Tiempo de Adviento (B)
Domingo de GAUDETE


El Adviento se toma un respiro en este tercer domingo.
La casulla puede ser de color rosa en vez de morado. La música y los adornos florales pueden volver a la celebración. La alegría surge y resurge en las oraciones, las lecturas en el curso de toda la celebración.
Adviento, tiempo de espera, una espera activa, una espera alegre.
Es la alegría, el gozo, algo muy propio del cristiano: Isabel (Lc 1, 39...) se llenó de alegría en la visitación de María por la cercanía del Señor, y Juan saltó de alegría en su seno... Los pastores (Lc 2, 1...), llenos de alegría, fueron a ver aquello que el ángel les había anunciado... Los discípulos de Emaus (Lc 24, 13...), corrieron llenos de alegría a compartir con los apóstoles el gozo de haber visto y oído al Señor resucitado... Los apóstoles después de ser amonestados y azotados (cf Libros de los Hechos 2) estaban alegres de recibir aquellos ultrajes por el nombre de Jesús...
Como la Cruz es la señal del Cristiano, la alegría podría ser su contraseña. Quien se encuentra con el Señor debe desbordar alegría, gozo en su entorno. Si Dios nos ha hecho libres, grandes, salvos, ricos, coherederos con Cristo, pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia (Jn 1, 16) cómo estar tristes. Seguramente nos faltará salud, tendremos problemas en la familia, un trabajo inestable,... habrá mil cosas que achiquen nuestra alegría, pero el don de Dios será siempre mayor.
La alegría es nuestro primordial testimonio como cristianos, quizás nuestro único testimonio. No hace muchos días un huésped dejó un escrito para un hermano que con permiso del hermano en cuestión y conocimiento del huésped os transcribo:
¿Cómo olvidar que un cristiano, alguien que no sólo ha conocido, sino que ha experimentado la Buena Nueva de la Redención, ha de tener el alma inundada de una alegría contagiosa?
Yo suelo ir por la vida con mi clásica cara de tractor, porque no tengo presente en cada momento estos Advientos, estas noticias que no tienen parangón con ningunas otras.
Sin embargo, tú eres el ejemplo vivo de cristiano alegre, del cristiano que hace con los demás la mayor caridad que se puede hacer con el prójimo, la de ayudar y además hacerlo alegremente.
Una caridad que hunde sus raíces en una fe evolucionada, en una esperanza clara. Tan clara como la Luz de Cristo.
Que sepas que, a partir de ahora, me servirás de ejemplo para borrar mi rictus y esbozar sonrisas, para mirar más a los ojos y para pensar con mucha más frecuencia en este Cristo que nos viene en cada Adviento, nos ama sobre todas las cosas y que, amándonos es un pecado mostrarnos indiferentes o mostrarnos tristes. Y que hemos de plasmar en nuestra cara el estado de nuestra alma.
Sigue repartiendo siempre esa caridad de la cual algunos comemos cada vez que nos vemos.
Un abrazo y feliz adviento. (Firmado y fechado)
Hasta aquí el escrito.
Es la alegría el gran testimonio que como cristianos podemos todos dar. Estamos aquí ahora 120-150-200 personas pero solo yo puedo ahora dar testimonio con mi palabra, pero todos podemos darlo con nuestra alegría, sin necesidad de estudios teológicos, sin recibir ordenes sagradas, sin necesidad de decir palabra.
Alegría que brota -como nos decía el huésped- del encuentro con Cristo que nos viene. Mi palabra sólo llega a los que hoy habéis venido a esta Eucaristía -también a quien lo lea en el blog- Cada uno de vosotros, al salir de aquí, a diario, os cruzáis con mucha gente, conocidos o no, que vuestra actitud de fe, que vuestra alegría cristiana les cuestione, que sin necesidad de palabras que lleven la Palabra nos puedan preguntar como a Juan el Bautista ¿tú quién eres? ¿por qué actúas así?
El Espíritu del Señor -también- está sobre cada uno de vosotros, porque el Señor nos ha ungido. Nos ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.
El Papa Francisco ha empleado más de una vez, más de una vez se ha citado en esta iglesia, la expresión de "cara de pepinillo avinagrado" aplicada especialmente a obispos, curas, religiosos y religiosas. Quizás creamos que el tener la palabra con minúsculas nos es ya suficiente, pero seguro que llega más la esencia de ser cristianos, una alegría desbordante, una mirada limpia, un saber darse como se dio Cristo.

Isaías 61,1-2a.10-11
Salmo  Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54    R/. Me alegro con mi Dios
Primera carta a los Tesalonicenses 5,16-24
San Juan 1, 6-8, 19-28

Feliz Domingo
Fr. J.L.
  
La Anunciación de Cestello (1489). Sandro Botticelli - Galería de los Uffizi (Florencia)