domingo, 15 de marzo de 2020

Tiempo de sed de Dios


III Domingo de Cuaresma (A)


Hoy resuena en la Palabra el tema del agua, mejor, la temática de la sed.
De sed, sed de relaciones entre pueblos, en las parejas y sobre todo de sed de Dios, de relación con Dios, de dar culto en espíritu y en verdad.
La samaritana, una mujer anónima, extraña y a la par rechazada por partida triple, por ser mujer -despreciada por los hombres-, por ser samaritana -pueblo enfrentado y despreciado por el pueblo judío-; y por los varios cambios de pareja -despreciada por las demás mujeres-.

Una joya con la que Jesús se hace el encontradizo y entabla conversación y le pide agua para su sed.

La sed humana y la sed de Dios, dos niveles, y cada uno habla del suyo... La sed de Jesús -dice el Papa Francisco comentando este episodio y antes que él lo han hecho muchos santos padres de la Iglesia- era una sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en evidencia la sed que había en ella misma. La mujer queda tocada por este encuentro: dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos dentro, pero que muchas veces ignoramos.
Y es esta mujer anónima, extraña y triplemente rechazada, quien es capaz de robar a Jesús la primera confirmación de su ser en el mundo "Yo soy, el que está hablando contigo" el Mesías, el Cristo, que cuando venga, nos lo explicará todo.
El pueblo de Israel en su peregrinación por el desierto también siente sed, y no solo la sed que produce el calor y el cansancio del camino, sino la sed de ese Dios en el que han confiado y que a veces tanto cuesta sentir. Y murmuran contra Moisés... El pueblo de Israel nos coloca en la realidad actual de nuestra nación... por el coronavirus salen los egoísmos de quien acapara en los comercios "por si acaso" y de aquellos otros que se prestan a ayudar a sus vecinos mayores o simplemente más temerosos, quienes busca el agua para su propia sed o intenta saciar la de los demás...
Podemos decir con el pueblo de Israel: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros? La situación es alarmante, desconocida, invita a dudar de todo y de todos.
San Pablo nos invita a la esperanza -a pesar de todo, a pesar de todos-, Por Cristo hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, .... cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ... la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Como la samaritana nosotros también encontramos el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que aparentemente es importante, pero que pierde valor frente al amor de Dios. Todos tenemos uno o más de uno. Dejémoslo un poco aparte y con el corazón sintamos la voz de Jesús que nos ofrece otro agua, otra agua que nos acerca al Señor. Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha dar testimonio a nuestros hermanos de la alegría del encuentro con Jesús; testimoniar la alegría del encuentro -que nos repite a menudo el Papa-.
Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo. Nuestro encuentro con Jesús, grita en nuestra vida, nos cambia la vida. También cada encuentro con Jesús nos llena de alegría, aquella alegría interior que nos viene. Y así el Señor hace estas cosas maravillosas. El Señor sabe actuar en nuestro corazón cuando nosotros somos valientes y dejamos aparte nuestro cántaro.
Con la samaritana digamos: Señor, dame de esa agua.
Como los samaritanos roguémosle que se quede con nosotros.

Éxodo 17, 3-7
Salmo 94 R/Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón"
Carta de San Pablo a los Romanos 5, 1-2. 5-8
Juan 4, 5-42


Fr. J.L.

Moisés haciendo brotar agua de la roca de Horeb (1669/1670). Murillo
Hospital de la Caridad (Sevilla)

Coronavirus: Disposiciones de urgencia del Arzobispado de Burgos

Por mandato del Obispado y hasta nueva comunicación: queda suprimido el culto público en todas las parroquias, iglesias y oratorios de la Diócesis. Se suspenden, por tanto, las celebraciones comunitarias y públicas de la Eucaristía. Como se ha indicado, los fieles quedan dispensados del precepto dominical. 

Se exhorta a la participación de la Eucaristía en familia a través de los medios de comunicación.