III Domingo del Tiempo de Adviento (B)
Domingo de GAUDETE
El Adviento se toma un respiro en este tercer
domingo.
La casulla puede ser de color rosa en vez de
morado. La música y los adornos florales pueden volver a la celebración. La
alegría surge y resurge en las oraciones, las lecturas en el curso de toda la
celebración.
Adviento, tiempo de espera, una espera activa,
una espera alegre.
Es la alegría, el gozo, algo muy propio del
cristiano: Isabel (Lc 1, 39...) se llenó de alegría en la visitación de
María por la cercanía del Señor, y Juan
saltó de alegría en su seno... Los
pastores (Lc 2, 1...), llenos de
alegría, fueron a ver aquello que el ángel les había anunciado... Los discípulos de Emaus (Lc 24, 13...), corrieron llenos de alegría a compartir con
los apóstoles el gozo de haber visto y oído al Señor resucitado... Los apóstoles después de ser amonestados y
azotados (cf Libros de los Hechos 2) estaban
alegres de recibir aquellos ultrajes por el nombre de Jesús...
Como la Cruz es la señal del Cristiano, la
alegría podría ser su contraseña. Quien se encuentra con el Señor debe
desbordar alegría, gozo en su entorno. Si Dios nos ha hecho libres, grandes,
salvos, ricos, coherederos con Cristo, pues
de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia (Jn 1, 16) cómo
estar tristes. Seguramente nos faltará salud, tendremos problemas en la familia,
un trabajo inestable,... habrá mil cosas que achiquen nuestra alegría, pero el
don de Dios será siempre mayor.
La alegría es nuestro primordial testimonio como
cristianos, quizás nuestro único testimonio. No hace muchos días un huésped
dejó un escrito para un hermano que con permiso del hermano en cuestión y
conocimiento del huésped os transcribo:
¿Cómo olvidar que un
cristiano, alguien que no sólo ha conocido, sino que ha experimentado la Buena
Nueva de la Redención, ha de tener el alma inundada de una alegría contagiosa?
Yo suelo ir por la vida
con mi clásica cara de tractor, porque no tengo presente en cada momento estos
Advientos, estas noticias que no tienen parangón con ningunas otras.
Sin embargo, tú eres el
ejemplo vivo de cristiano alegre, del cristiano que hace con los demás la mayor
caridad que se puede hacer con el prójimo, la de ayudar y además hacerlo
alegremente.
Una caridad que hunde sus
raíces en una fe evolucionada, en una esperanza clara. Tan clara como la Luz de
Cristo.
Que sepas que, a partir
de ahora, me servirás de ejemplo para borrar mi rictus y esbozar sonrisas, para
mirar más a los ojos y para pensar con mucha más frecuencia en este Cristo que
nos viene en cada Adviento, nos ama sobre todas las cosas y que, amándonos es
un pecado mostrarnos indiferentes o mostrarnos tristes. Y que hemos de plasmar
en nuestra cara el estado de nuestra alma.
Sigue repartiendo siempre
esa caridad de la cual algunos comemos cada vez que nos vemos.
Un abrazo y feliz
adviento. (Firmado
y fechado)
Hasta aquí el escrito.
Es la alegría el gran testimonio que como
cristianos podemos todos dar. Estamos aquí ahora 120-150-200 personas pero solo
yo puedo ahora dar testimonio con mi palabra, pero todos podemos darlo con
nuestra alegría, sin necesidad de estudios teológicos, sin recibir ordenes
sagradas, sin necesidad de decir palabra.
Alegría que brota -como nos decía el huésped- del
encuentro con Cristo que nos viene. Mi palabra sólo llega a los que hoy habéis
venido a esta Eucaristía -también a quien lo lea en el blog- Cada uno de
vosotros, al salir de aquí, a diario, os cruzáis con mucha gente, conocidos o
no, que vuestra actitud de fe, que vuestra alegría cristiana les cuestione, que
sin necesidad de palabras que lleven la Palabra nos puedan preguntar como a
Juan el Bautista ¿tú quién eres? ¿por
qué actúas así?
El Espíritu del Señor -también- está sobre cada uno de vosotros, porque el Señor nos ha ungido. Nos ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los
corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los
prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.
El Papa Francisco ha empleado más de una vez, más
de una vez se ha citado en esta iglesia, la expresión de "cara de pepinillo avinagrado" aplicada especialmente a
obispos, curas, religiosos y religiosas. Quizás creamos que el tener la palabra
con minúsculas nos es ya suficiente, pero seguro que llega más la esencia de
ser cristianos, una alegría desbordante, una mirada limpia, un saber darse como
se dio Cristo.
Isaías 61,1-2a.10-11
Salmo Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 R/. Me alegro con mi DiosPrimera carta a los Tesalonicenses 5,16-24
San Juan 1, 6-8, 19-28
Feliz
Domingo
Fr. J.L.
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