sábado, 12 de marzo de 2016

Nuevo reino, nuevas normas

V Domingo de Cuaresma (Ciclo B-2016)


El relato de la mujer adultera es el eje central del Año de la Misericordia en que la toda la Iglesia a la zaga del Papa Francisco estamos inmersos.

El relato lo conocemos, una mujer sorprendida en adulterio es presentada ante Jesús para que imparta justicia. Pero la justicia según Dios es siempre de curiosa aplicación. El delito es grave pero la misericordia de Dios es mayor que cualquier pecado. ¿Donde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?... Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más. El único que puede juzgar y condenar es quien perdona sin pedir pelos y señales, sin hurgar en la herida, sin pedir explicaciones, sin hundir para justificar un reflote.

Tanto la lectura de Isaías como la carta a los Filipenses hablan de renovación: No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante. La misericordia y el perdón es la nueva política para el nuevo reino. Donde el amor prevalece a la injusticia que a veces surge de la justicia, y la antigüedad (los mayores en edad, dignidad, gobierno...), ni el mucho saber, ni el más justificar (llámense escribas y fariseos) y a la pura justicia.

El nombre de Dios es Misericordia, los tiempos son nuevos, la justicia caritativa, los hombres fraternos y Dios Amor.

Fr. J.L.

Isaías 43, 16-21
Salmo 125          R/El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres
Filipenses 3, 8-14
Juan 8, 1-11

Jesús y la mujer adúltera. Rob Leinweber
Colección Joaquín Turina

viernes, 11 de marzo de 2016

Llagas de Misericordia


Pregón de Semana Santa de nuestro hermano Fr. José Luís Galiana en la Parroquia de San Juan Bautista en Arucas (Gran Canarias) 


SALUDO

Quisiera agradecer y saludar a cuantos hoy participáis en este Pregón de la Semana Santa de Arucas.

Agradecer, porque es de bien nacido ser agradecido, aparte de porque puede ser arriesgado invitar a tal negocio a un “joven” monje del Cister, anclado en la Vieja Castilla.

Agradecer por querer que comparta con vosotros, en la distancia y en diferido estos pensamientos de un Dios muy particular, ya que Dios es Uno y Trino, pero además cada uno tenemos el nuestro… porque Dios es así de grande.

Agradecer que sea en este año jubilar de la MISERICORDIA, y porque el Señor ha tenido gran misericordia conmigo puedo hablar desde del corazón.

Saludar a todos, desde la Península, la distancia, la obediencia, la clausura… las nuevas tecnologías y el empeño de los organizadores han hecho esto posible.

Saludar a los que me conocen y a los que no, pero que hoy, juntos, nos asomaremos a las llagas de Cristo y desde ellas encarnaremos en muestras vidas la pasión en nuestros días.

Muchas gracias


                                                                       Parroquia de San Juan Bautista
Arucas (Gran Canarias)
11 de marzo de 2016




LLAGAS DE MISERICORDIA



No hay Semana Santa sin Pasión, ni Pasión sin dolor.
Las llagas son el resultado de ese proceso.
Heridas abiertas por las que se escapa la vida.
Heridas cruentas que gritan dolor.
Heridas sufrientes que siguen hoy sangrando.
Heridas que anuncian gloria y salvación

Los misterios que celebramos tienen 2000 años de actualidad, pasaron, pasan y pasarán. Dios hoy sigue salvando. Dios sigue sufriendo la Cruz.

Estamos acostumbrados a contemplar las llagas y quedarnos con lo que de ellas sale: sangre, suero, agua, dolor.
Sangre y agua de la que los Padres antiguos dicen que nace la Iglesia.
Sangre que lava la culpa de Adán enterrado según la iconografía oriental a los pies de la Cruz, y en él la de toda la humanidad.

Es el drama de amor que alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada»[1]
  
Hagamos juntos un recorrido distinto:


LLAGAS DE PASIÓN

Las santas Matilde y Gertrudis de Helfta, dos grandes monjas del medievo, fueron devotas de las Santas Llagas, Gertrudis recitaba diariamente una oración en honor a las 5466 llagas que, de acuerdo a la tradición, fueron infligidas a Jesús durante su Pasión.

Nosotros sólo nos detendremos en las cinco llagas de la cruz.

Después de celebrar la cena de Pascua con sus discípulos se retiró, como de costumbre, al huerto de los Olivos -costumbre de orar, acostumbrados al lugar- pero este momento de oración no fue como otras veces, ya fue pasión.
Allí unos de los suyos, de los íntimos le entrega a los judíos...
Al que yo bese, ese es, prendedlo[2]
...Con un beso...
Lo que puede doler un beso.

Maniatado,
golpeado,
zarandeado,
... a Caifás,
al Sanedrín,
ante Pilatos...
Tres juicios,
tres farsas,
y por medio,
tres negaciones del primero entre los apóstoles.

Flagelado,
coronado,
mofeado...
Aquí tenéis a vuestro Rey[3]
... un payaso...
y ante una sinrazón gritona la sentencia: Morirá en Cruz.

Cuatro clavos.

Cuentan los manuales que el recorrido de Cristo por la Cruz fue el más duro de los posibles, la crucifixión llamada cruenta, la más sádica y dolorosa, por lo mismo, la más salvadora. Desnudarlo de sus ropas, ensangrentadas y sucias, pegadas al cuerpo por las muchas heridas y la carga del madero, era una de las mayores humillaciones para un judío formal: mostrado desnudo.

Tumbado con la espalda en tierra,
los ojos idos al cielo,
atado ya en el patíbulo traído en sus espaldas,
le clavaron las manos,
golpe tras golpe,
clavo por mano.
Izado el travesaño en el madero ya hincado
se siente el golpe del encajado.
sobre su cabeza cuelgan la sentencia.
Y le clavan los pies,
uno sobre otro,
con un solo clavo.
Y esperar...

Los sudores llegan,
la sed araña,
las heridas sangran,
el cuerpo pesa,
el aire falta,
la vida escapa,
el Hombre acaba...

La quinta llaga, una lanzada.

La ley romana prescribía que los cuerpos de los crucificados fuesen quemados o arrojados a las fieras o terminados de matar por el hambre o quebrantados en sus piernas o alanceados, este fue el final de Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos.

Lanzada perfecta,
clavada de experto,
entre dos costillas,
directa a la esencia.
Sin romper un hueso.

Como cordero[4] llevado al matadero… se deja tumbar o cae simplemente en tierra, los azotes de la flagelación vuelven a sentirse desde los pies a la cabeza[5]; se deja clavar; se deja alzar; se deja coronar en cruz como rey de los judíos[6], y a su derecha y a su izquierda[7], en este nuevo reino, dos ladrones, estimándole como el mayor de ellos[8]. Traspasado por una lanza[9].

Llagas en el cuerpo del Hijo amado que tantas veces tuvo en sus brazos, nunca como ahora, María la madre. Llagas sentidas en cuerpo propio, encontradas en aquella espada[10] anunciada para el día que traspasara su alma. Llagas en cuerpo de Hijo[11], sufridas en entrañas de Madre.

Llagas que María Magdalena siente sufriente en la desesperanza de no encontrar el cuerpo del maestro buscado y deseado en la aurora del domingo[12].

Llagas que Tomás tiene que ver y tocar para encontrarse resucitado con Cristo y palpar la fe del Señor mío y Dios Mío[13].


LLAGAS DE LUZ

Jesús nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso[14].

A través de ellas, como por una brecha luminosa, podemos ver todo el misterio de Cristo y de Dios: su Pasión, su vida terrena -llena de compasión por los más pequeños y los enfermos-, su encarnación en el seno de María. Y podemos recorrer hasta sus orígenes toda la historia de la salvación: las profecías -especialmente la del Siervo de Yahvé-, los Salmos, la Ley y la alianza, la liberación de Egipto, la primera pascua y la sangre de los corderos sacrificados; e incluso hasta los patriarcas, Abrahán, y luego, en la noche de los tiempos, hasta Abel y su sangre que grita desde la tierra. Todo esto lo podemos verlo a través de las llagas de Jesús Crucificado y Resucitado y, como María en el Magnificat, podemos reconocer que su misericordia llega a sus fieles de generación en generación[15].

San Bernardo, en su comentario al Cantar de los Cantares[16], se detiene justamente en el misterio de las llagas del Señor, usando expresiones fuertes, atrevidas, que nos hace bien recordar hoy. Nos presenta las llagas como refugio del alma:

¿Dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro y tranquilo, sino en las llagas del Salvador? En ellas habito con seguridad, sabiendo que él puede salvarme. Grita el mundo, me oprime el cuerpo, el diablo me pone asechanzas, pero yo no caigo, porque estoy cimentado sobre piedra firme. Si cometo un gran pecado, me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto, fue traspasado por nuestras rebeliones. ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo? Por esto, si me acuerdo que tengo a mano un remedio tan poderoso y eficaz, ya no me atemoriza ninguna dolencia, por maligna que sea. Por esto, no tenía razón aquel que dijo: Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Es que él no podía atribuirse ni llamar suyos los méritos de Cristo, porque no era miembro del cuerpo cuya cabeza es el Señor. Pero yo tomo de las entrañas del Señor lo que me falta, pues sus entrañas rebosan misericordia. Agujerearon sus manos y pies y atravesaron su costado con una lanza; y, a través de estas hendiduras, puedo libar miel silvestre y aceite de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver qué bueno es el Señor. Sus designios eran designios de paz, y yo lo ignoraba. Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién fue su consejero? Pero el clavo penetrante se ha convertido para mí en una llave que me ha abierto el conocimiento de la voluntad del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esta hendidura? Tanto el clavo como la llaga proclaman que en verdad Dios está en Cristo reconciliando al mundo consigo. Un hierro atravesó su alma, hasta cerca del corazón, de modo que ya no es incapaz de compadecerse de mis debilidades. Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el sol que nace de lo alto. ¿Qué dificultad hay en admitir que tus llagas nos dejan ver tus entrañas? No podría hallarse otro medio más claro que estas tus llagas para comprender que tú, Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia. Nadie tiene una misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a la condenación. Luego mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos, mientras él no lo sea en misericordia. Y, porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y, aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y, si la misericordia del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del Señor. ¿Cantaré acaso mi propia justicia? Señor, narraré tu justicia, tuya entera. Sin embargo, ella es también mía, pues tú has sido constituido mi justicia de parte de Dios.

Es este, hermanos y hermanas, el camino que Dios nos ha abierto para que podamos salir, finalmente, de la esclavitud del mal y de la muerte, y entrar en la tierra de la vida y de la paz. Este Camino es Él, Jesús, Crucificado y Resucitado, y especialmente lo son sus llagas llenas de misericordia.


LLAGAS ABIERTAS

La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo[17]. Las nuevas llagas están a nuestra puerta, como otro Lázaro gritando desde su silencio y nuestra insensibilidad por cada martillazo sobre los clavos. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y quizás ignoramos.

Tiempo, el presente para despertar nuestra conciencia y para entrar todavía más en las llagas de Cristo y en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina»[18]. En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado»[19]. Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias[20] y caer rostro en tierra adorando.

Ante este amor fuerte como la muerte[21], el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa[22], y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco seréis como Dios[23] que es la raíz de todo pecado.

Las cifras hablan por sí solas. La situación social nos grita, quizás hasta nos duele en carne propia.

Hoy[24] en España algo más del 29% de la población viven bajo el umbral de la pobreza o en riego de exclusión social, 400.000 en pobreza severa. Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo... comida, bebida, ropa que seguro no nos sobra, pero que compartida tendrá el aliño de la fe y de la misión bien realizada.

Las encuestas hablan de 250.000 enfermos terminales[25], casi el 8% de la población vive en soledad[26], a veces, abandonados cuando se convierten en una carga para sus cercanos y ya han dado todo lo que física y económicamente podían aportar. La soledad es hoy la enfermedad de muchos mayores aparcados cuando ya no nos son útiles... Visitar al enfermo.

Visitar a los presos[27], hoy no es tan fácil -es el propio recluso quien pide o acepta la visita-. En Burgos (y perdonad que os hable de los que tengo cerca) el capellán del Centro Penitenciario local ha invitado a los creyentes de la diócesis a acercarse a la Eucaristía dominical en la capilla de la cárcel, quizás no sea un visitar formal pero sí es un estar cerca y compartir -por lo menos- una fe que es la misma en situaciones tan distintas y una a pesar de los barrotes, los guardias y las cámaras de seguridad. Y sobre todo rezar juntos. De todos modos hay otras muchas cárceles sin rejas ni guardias, lo mismos que hay muchas enfermedades que no se curan con medicinas, sino con pura misericordia.

Dar posada al peregrino. Otra obra de Misericordia que hoy nos cuesta entender, pero hasta no hace tanto -sobretodo en el ámbito rural- era fácil y común recibir en la propia casa a los viandantes, hoy desconfiamos de todo y de todos y seguramente la propia legislación civil lo restrinja. San Benito, en la Regla que seguimos los monjes, al hablar de la acogida dice que se reciba al que se acerca al monasterio como si del mismo Cristo de tratase[28]... Esta debería ser la forma de vivir las Obras de Misericordia, obras hechas al mismo Cristo en los muchos Lázaros que andamos por el mundo, porque todos somos Lázaros necesitados de misericordia y todos podemos dar misericordia.

Enterrar a los muertos... Hay dos entierros -tengo cercana la muerte de mi padre y lo mantengo-, dos entierros, el del cuerpo del fallecido del que ya se encargan empresas al uso y el entierro de las muchas emociones y ataduras que tenemos con los difuntos. En las dos podemos estar, en la segunda la misericordia tiene que sobreabundar.

En España hay, en pleno siglo XXI, más 800.000 personas que no saben ni leer ni escribir[29]. Quizás el enseñar al que no sabe no lo tengamos que buscar hoy en lo cultural sino en lo vivencial, enseñar a vivir. Y quien enseña al que no sabe y le enseña a vivir  está dando buen consejo a quien lo necesita. Vivir con misericordia que es lo mismo que con dignidad; en fraternidad porque no somos islas; en pluralidad porque somos muchos y distintos, pues Dios nos ha hecho así y así nos ama. Y con todo habrá que corregir al que se equivoca, que también es educar, y educar sin imponer; que es como acariciar el intelecto sin arañar.

Perdonar a los que nos ofenden... qué bien suena, y está colocada entre las obras de misericordia espirituales, pues perdonar no es cuestión de la razón sino del corazón y desde la fe. Somos muy sensibles a lo que nos hacen sin serlo tanto para lo que nosotros hacemos, y ofender el muy fácil a la vez que gratuito. El perdón no se impone, no se perdona porque sí, no podemos pedir a alguien que perdone a quien le pega, a quien le quita sus cosas, a quien le hace llorar, pero sí podemos enseñar y aprender a amar desde la misericordia al otro a pesar de que haga esas cosas y además juntos entender lo que no se tiene que hacer a los demás. Si aprendemos a amar a los otros a pesar de sus debilidades, podremos entender que Dios nos ama a pesar de nuestras infidelidades, porque si nosotros somos capaces de perdonar, cuanto más Él que antes de hacer mal las cosas ya nos ha amado y después nos sigue amando. Aún con todo y con la ayuda de Dios, quizás tengamos que recurrir a sufrir con paciencia los defectos del prójimo, y a ejemplo de Cristo padecer calladamente y orar por los enemigos[30] porque a veces no saben lo que hacen[31].

Consolar al triste. Cuanto triste encontramos hoy por el mundo, en las calles, en el trabajo, hasta en las iglesias. Gente desilusionada, sin esperanza ni ganas de esperar; gente derrotada antes de intentar nada. Hoy el consolar de esta buena obra quizás lo tengamos que traducir por animar, ilusionar..., y el mejor modo es compartir la alegría que nos da el sabernos hijos de Dios. El hoy beato Papa Pablo VI escribió hace ya cuarenta a años -también en el contexto de un Año Jubilar- sobre la alegría[32] como esencia de la humanidad y reflejo de una vida cristiana.

Y rezar por los vivos y los difuntos. Es la última y la más llevadera de todas las obras de misericordia. Rezar es hasta fácil. Pero rezar por los vivos y los difuntos que no son los nuestros es otro cantar; rezar por los que no nos caen bien, por los que nos ofenden, por quien es nuestro rival en la escuela o el trabajo y hasta en la fila del paro. Orar por los nuestros, los que no son los nuestros, los de enfrente y los opuestos, orar por los enemigos.

Orar por aquellos que nadie ora.
Orar por los que no saben orar.
La oración de un justo es poderosa y eficaz, dice el apóstol Santiago[33].
Orar es pedir ayuda a Dios para aquello que nosotros solos no podemos hacer, y si Dios está con nosotros, quien estará contra nosotros[34].
Orar "por" y orar "con". El hecho de orar juntos cuantas cosas puede arreglar dejado que Dios haga su parte y reparta sus dones.


Que este caminar en la Cuaresma buscando y dando misericordia nos lleve a descubrir a Cristo sufriente y salvante en cuantos hoy necesitamos la misericordia de Dios y la misericordia de los hombres.

Que sus llagas, hoy abiertas, sean fuente de misericordia para todos.

Feliz y santa Semana.
Feliz año de la Misericordia.
Que juntos resucitemos con Cristo.



                                                           fr. José Luís Galiana
Monasterio Cisterciense de San Pedro de Cardeña
Burgos

Parroquia de San Juan Bautista en Arucas (Gran Canarias)






[1] Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2016. Misericordiae vultus, 8
[2] Marcos 14, 44
[3] Juan 19, 15
[4] Hechos 8, 32
[5] Isaías 53, 4
[6] Juan 19, 19
[7] Mateo 20, 22
[8] Lucas 15, 26-28; Isaías 53, 12
[9] Juan 19,34
[10] Lucas 2, 34
[11] Cf Juan 19, 25
[12] Juan 20, 17
[13] Juan 20, 28
[14] Papa Francisco. Homilía del II Domingo de Pascua de 2015
[15] Lucas 1, 50
[16] De los sermones de San Bernardo, abad, sobre el libro del Cantar de los cantares (Sermón 61, 3-5: Opera omnia, edición cisterciense, 2, 1958, 150-151)
[17] Cf. Carta del Papa Francisco para la Cuaresma 2016
[18]  MISERICORDIAE VULTUS, 15. Bula de convocatoria del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Papa Francisco. (11 de abril de 2015)
[19]  Ibíd.
[20] Cf. Éxodo 3, 5
[21] Cf. Cantar 8, 6
[22] Cf. Lucas 16, 20-21
[23] Génesis 3, 5
[24] INE Encuesta de condiciones de vida 2014
[25] Organización Medica colegial
[26] Informe ‘La Soledad en España’, Fundación AXA y Fundación ONCE. Un 19,5% de los españoles vive solo y un 80,1% acompañado, mientras que las respectivas proporciones entre las personas con alguna discapacidad son 18,4% y 79,7%.Y de los que viven solos, un 59,5% dice que lo hace porque quiere, voluntariamente, y esa proporción es del 57,6% en la muestra de personas con alguna discapacidad. En este sentido, se podría decir que sólo un 7,9% de la muestra global de los españoles mayores de 18 años se puede considerar como realmente aislado, en cuanto a que vive solo por obligación, y no por voluntad propia. Este porcentaje es casi idéntico entre las personas con discapacidad (7,8%)
[27] 65.017 reclusos en 2014. INE. Ministerio del Interior
[28] Regla de San Benito, capítulo 53
[29] INE. Encuesta de Población Activa (EPA) 2015
[30] Mateo 5, 44
[31] Lucas 23, 34
[32] Exhortación Apostólica GAUDATE IN DOMINO de Su Santidad Pablo VI sobre la Alegría Cristiana. (9 de mayo de 1975)
[33] Santiago 5, 16
[34] Romanos 8, 31


La botica de San Pedro de Cardeña

Las boticas monásticas surgen, sobre todo, a partir del siglo XVI. Será el Camino de Santiago el que motive y fomente la creación de las mismas y la especialización de algunos monjes en el fascinante y complicado mundo del conocimiento de las propiedades curativas de las plantas, y del estudio de los “humores” de algunos animales.

En muchos casos se ocupaban de regentar las boticas personas que habían entrado en religión conociendo “el oficio”. Según parece, la botica de Cardeña se instaló a comienzos del siglo XVIII y lo más probable es que hasta estas fechas se surtieran los monjes de alguna botica cercana y prestigiosa como era la de San Juan de Burgos. Lo mismo que la de San Pedro de Arlanza lo hacía con la de Santo Domingo de Silos, por ejemplo. 

Botica reconstruida Monasterio de Oseira (Orense)
Sabemos que en 1752 ya existía la botica en el monasterio de Cardeña y que estaba al frente de ella un religioso de la casa que disponía de uno o dos mozos ayudantes. Así consta en el catastro del Marqués de la Ensenada.

El año 1761 el Gobierno decretó que se cerraran las boticas monásticas que no tuvieran boticario. El organismo competente en la materia, el llamado Real Protomedicato controlaba minuciosamente esta cuestión. Se trataba en realidad de poner cortapisas a las boticas de los monjes por quejas de “competencia” de los boticarios seglares.

Nuestro monasterio se vio en el apremio de tener que recurrir a sus hermanos de Silos en 1765 solicitándolo del Abad y comunidad que enviara a Cardeña al P. Fr. Benito Curiel, natural de Nájera, que había sido boticario antes de su ingreso en Santo Domingo de Silos. De no obtener respuesta positiva “antes de encontrar mancebo” se vería en la precisión de cerrarla, ateniéndose a la Orden de 1761 a la que acabamos de aludir. Afortunadamente Silos contaba con el sabio P. Isidoro Saracha, por cierto riojano también, y pudo enviar al P. Saracha para que residiera una temporada en nuestro monasterio de Cardeña.

Veinte años después, ejerce de boticario Fr. Francisco Gallego, monje de Cardeña, titulado por el Real Protomedicato como leemos en el protocolo (nº 1211) del 6 de junio de 1785, siendo Abad del monasterio el R. P. Fr. Ramón Álvarez (1785-1789) que lo firma y en el que se propone a D. Tomás de Zaldívar; respetable boticario de Burgos, como responsable de la botica caradignense a fin de que responda, como seglar, ante las visitas de calidad y control. Al parecer quien realmente ocupó tal puesto fue D. Andrés García, natural de la villa de Pazos en Orense. En el protocolo se registra que “no se indica el motivo del cambio”.

Antes del cierre de Cardeña por la Desamortización estaba al cuidado de la botica el hermano lego Ft. Esteban de Malaina, natural de Briviesca.

Botica en Peñaranda del Duero (s. XVII)
Los botámenes de las boticas monásticas eran, por lo general, de cristal, y sobre todo, de cerámica, procediendo estas últimas mayoritariamente de Talavera de la Reina. Tales recipientes solían ir decorados con el escudo de la Orden o del Monasterio que poseía la botica, generalmente en color azul, aunque se dan abundantes casos en los que se utilizaban otros colores e incluso policromía.


Producto de las numerosas vicisitudes históricas que ha sufrido San Pedro de Cardeña (ocupación francesa, desamortización, guerra civil, etc…) desafortunadamente nada queda hoy de la antigua botica del monasterio. Únicamente dos albarelos de Talavera del siglo XVIII, con el escudo del monasterio, pudieron ser recuperados en noviembre de 1994, al adquirirse en una subasta.


Escudos del Monasterio de San Pedro de Cardeña 
Fr. J. Marrodán OCSO