Las boticas monásticas surgen,
sobre todo, a partir del siglo XVI. Será el Camino de Santiago el que motive y
fomente la creación de las mismas y la especialización de algunos monjes en el
fascinante y complicado mundo del conocimiento de las propiedades curativas de
las plantas, y del estudio de los “humores” de algunos animales.
En muchos casos se ocupaban de
regentar las boticas personas que habían entrado en religión conociendo “el
oficio”. Según parece, la botica de Cardeña se instaló a comienzos del siglo
XVIII y lo más probable es que hasta estas fechas se surtieran los monjes de
alguna botica cercana y prestigiosa como era la de San Juan de Burgos. Lo mismo
que la de San Pedro de Arlanza lo hacía con la de Santo Domingo de Silos, por
ejemplo.
Botica reconstruida Monasterio de Oseira (Orense) |
El año 1761 el Gobierno decretó
que se cerraran las boticas monásticas que no tuvieran boticario. El organismo
competente en la materia, el llamado Real Protomedicato controlaba
minuciosamente esta cuestión. Se trataba en realidad de poner cortapisas a las
boticas de los monjes por quejas de “competencia” de los boticarios seglares.
Nuestro monasterio se vio en el
apremio de tener que recurrir a sus hermanos de Silos en 1765 solicitándolo del
Abad y comunidad que enviara a Cardeña al P. Fr. Benito Curiel, natural de
Nájera, que había sido boticario antes de su ingreso en Santo Domingo de Silos.
De no obtener respuesta positiva “antes de encontrar mancebo” se vería en la
precisión de cerrarla, ateniéndose a la Orden de 1761 a la que acabamos de
aludir. Afortunadamente Silos contaba con el sabio P. Isidoro Saracha, por
cierto riojano también, y pudo enviar al P. Saracha para que residiera una
temporada en nuestro monasterio de Cardeña.
Veinte años después, ejerce de
boticario Fr. Francisco Gallego, monje de Cardeña, titulado por el Real Protomedicato
como leemos en el protocolo (nº 1211) del 6 de junio de 1785, siendo Abad del
monasterio el R. P. Fr. Ramón Álvarez (1785-1789) que lo firma y en el que se
propone a D. Tomás de Zaldívar; respetable boticario de Burgos, como
responsable de la botica caradignense a fin de que responda, como seglar, ante
las visitas de calidad y control. Al parecer quien realmente ocupó tal puesto
fue D. Andrés García, natural de la villa de Pazos en Orense. En el protocolo
se registra que “no se indica el motivo del cambio”.
Botica en Peñaranda del Duero (s. XVII) |
Producto de las numerosas vicisitudes
históricas que ha sufrido San Pedro de Cardeña (ocupación francesa,
desamortización, guerra civil, etc…) desafortunadamente nada queda hoy de la
antigua botica del monasterio. Únicamente dos albarelos de Talavera del siglo
XVIII, con el escudo del monasterio, pudieron ser recuperados en noviembre de
1994, al adquirirse en una subasta.
Escudos del Monasterio de San Pedro de Cardeña
Fr. J. Marrodán OCSO
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