IV Domingo del Tiempo Ordinario (A)
Todos buscamos la felicidad, todos queremos ser felices. Qué entendemos por felicidad, dónde buscarla o en que encontrarla es ya misión personal.
Se nos ofrecen dos recorridos. Siempre se ha dicho que el mundo, lo mundano y Dios, lo divino, van por caminos distintos, por las lecturas que hemos escuchado en esta domingo, podríamos decir que por caminos diametralmente opuestos, en direcciones totalmente contrarias.
¿Quién ni quiere prosperar, crecer acumular, ser más, mejor y mayor? pues ese no es el camino de Dios. Por el camino de Dios va quien lo busca, quien busca la justicia, la moderación, quien no comete la maldad, ni dice mentiras, ni andará en embustes. Ese es el camino del humilde, de quien confía en el Señor, quien se deja llevar por Él y todo lo demás no sólo no le llena sino que le estorba.
Fijaos en nuestra asamblea, decía San Pablo, si brilla no es por nosotros, sino porque Dios hace obras grandes en nosotros. El Papa Francisco repite a menudo una frase oportuna: Dios no elige a los mejores, capacita a los que elige. Dios siempre ha sido un artesano, artesano con algo de artista. El libro del Génesis nos dice que fue creando todo de la nada y al hombre del barro. Encarnado en la persona del Hijo, paso casi toda su vida pasando por carpintero de tradición familiar, el habilidoso chapuzas del momento. Barro, madera..., Dios busca lo sencillo, usa lo sencillo y sólo así podemos contemplar su gran obra y lo que en nosotros hace cada día. Si alguien quiere gloriarse sea por lo que Dios hace en él y no por lo que uno es, tiene, hace, sabe, puede...
Este es el camino de la salvación, visto con ojos humanos ir al revés de todo: pobres de espíritu, buscadores de justicia, compasivos, limpios de corazón, perseguidores de la paz, amigos de la equidad... esto no es trepar humanamente, esto es confiarse en las manos de Dios, y es posibles que lleguemos a que nos persigan o calumnien, como a él. Nadie dijo que ir contra corriente fuera fácil; lo que sí nos dijo es que la recompensa será grande en el cielo.
Nuestro camino trata de sentirse aprendiz de todo, indigente, peregrino, en actitud de búsqueda, sentirse pobre como hombre, sólo quien se siente así, puede ser llenado de algo, ser llenado por Dios.
Feliz Domingo
Sofonías 2, 3; 3, 12-13
Salmo 145 R/. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Primera Carta a los Corintios 1, 26-31
San Mateo 5, 1-12a
Fr. J.L.
Sermón de la Montaña (1481-82). Fresco de Cosimo Rosselli
Capilla Sixtina (Palacio Apostólico Ciudad del Vaticano, Roma)