Domingo de la Santísima Trinidad (A)
Nos enfrentamos al gran misterio de los misterios de nuestra fe, la Santísima Trinidad.
Si en algo coinciden los teólogos es que no hay quien lo explique, así que yo no voy a ser más que nadie. Igualmente coinciden es que es un misterio más para contemplar y adorar que para entender.
Seguro recordáis la conversación entre el gran San Agustín y el niño que pretendía meter a conchas todo el agua del mar en un pequeño pozo que había escavado con su inteligencia y manos de niño, más fácil es meter aquí todo ese agua que en tu cabeza el misterio trinitario. San Patricio, en la evangelización de Irlanda, explicaba el hecho trinitario con las hojas de un trébol en las manos. Este curso escolar se ha puesto de moda un juguete, llamado "spinner", a base de rodamientos, que se hace girar entre los dedos, con un eje central y tres brazos... quizás sea hoy un buen ejemplo de "cómo funciona" (si se me permite hablar así) la Santísima Trinidad.
Aclaremos que la Trinidad no es un juguete, sino el centro de nuestra fe. La fe que la Iglesia profesa en el Dios único y verdadero, en el que nosotros creemos, un Dios y tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En su nombre, en el de las Tres Personas, entramos a formar parte de la gran familia de la fe que es la Iglesia; en su nombre comenzamos todos los sacramentos y sacramentales como celebraciones de la fe en el Dios Trinitario. Las Tres Divinas Personas un solo Dios verdadero están presentes en toda la escritura, desde la creación de todo por la mano de Dios y el aliento del Espíritu que da vida en el libro del Génesis hasta el final del libro del Apocalipsis donde el Espíritu y la esposa dicen, Maranata, ven Señor Jesús. Es Cristo la Palabra del Padre encarnada, movido por el Espíritu.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que las Personas Divinas son inseparables en su ser, inseparables en su obrar y en cada una se manifiesta los que es propio de la Trinidad (267).
Entender a Dios de forma trinitaria se expresa por primera vez en el año 381 en el I Concilio de Constantinopla, de dónde proviene el credo que hoy rezamos en forma trinitaria aceptado como credo oficial de la isa en el III Concilio de Toledo en el año 598. La igualdad en divinidad del Padre y el Hijo se definió en el Concilio de Nicea (a 325) y la divinidad del Espíritu Santo en el ya citado de Constantinopla (a 381).
Los teólogos distinguen "Trinidad inmanente" lo que sería la relación de las tres Divinas Personas y "Trinidad económica" su comunicación con lo creado. De la primera, no sabemos con seguridad en que consiste, ya que Dios es transcendente y su ser y naturaleza queda fuera de nuestro alcance. De su relación con nosotros, sabemos por la Escritura, que Dios se ha comunicado con nosotros como Padre que nos quiere; como Hijo, que nos revela al Padre y nos traza el camino de la salvación; como Espíritu que nos da la fuerza que necesitamos y nos comunica el significado de la revelación en cada tiempo y situación. Pero cuando nos relacionamos con Dios, lo determinante no son los conceptos, sino la experiencia que tenemos de Él, traducido en convicciones que guían nuestra vida.
Al misterio de la Trinidad, la Iglesia junta otro misterio, el de la vida contemplativa. Hoy se celebra la jornada "pro orantibus", el día de los y las Contemplativos, los que vivimos en comunidades de clausura dedicado primaria y principalmente a la oración contemplativa.
La Iglesia os invita hoy a tener un recuerdo especial por quienes han sido llamados a la vida contemplativa. Los monjes, las monjas y la vida eremítica (por la geografía española hay unos 800 monasterios contemplativos, menos de 30 de ellos masculinos) ofrecen a la todos los cristianos y al mundo entero, necesitado de autenticidad y trascendencia, un anuncio silencioso y a la vez elocuente del amor misericordioso de Dios. El ritmo tantas veces acelerado de nuestra vida diaria, llena de ruidos, reclama espacios y tiempos de serenidad y silencio, oración y contemplación, lugares de comunión y armonía, en los que de un modo oculto y a la vez manifiesto se ofrenda la vida en alabanza continua a la Santa Trinidad y en oración de intercesión por toda la humanidad. Contemplad al mundo con la mirada de Dios es el lema de la Jornada de este año. Si el mirar de Dios es amar, como nos dice un gran contemplativo (san Juan de la Cruz), sabemos que Dios mira amando y ama mirando con atención las necesidades de sus hijos.
Burgos es una diócesis privilegiada, bendecida con muchos monasterios tanto masculinos cono femeninos. Vosotros, los habituales de nuestras celebraciones o de nuestra hospedería, conocéis nuestra existencia y nuestra forma de ser. Gracias, también a vosotros, pues vuestra presencia habitual nos obliga a perseverar en nuestra ofrenda y misión eclesial.
Gratitud este domingo de la Santa Trinidad bendiciendo al Señor por la vocación consagrada contemplativa, gratitud por ser y sabernos parte de la trinitaria familia de Dios.
Feliz Domingo
Éxodo 34, 4b-6. 8-9
Salmo. Daniel 3, 52-56 R/. A ti gloria y alabanza por los siglos
Segunda a los Corintios 13, 11-13
San Juan 3, 16-18
Fr. J.L.
La Trinidad en la Tierra (s. XVII). Jerónimo Ezquerra
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
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