XII Domingo del tiempo ordinario
Hoy la Iglesia celebra a San Juan Bautista, el
precursor del Señor.
Un Santo cuanto menos "particular": a
caballo entre el Nuevo y el Antiguo Testamento; la persona que más habla en los
Evangelios después de Jesús; el único santo de quien la Iglesia celebra el
nacimiento -también se celebran el de Jesús y el de María- y la muerte o pasión
(29 de agosto); y la única celebración de santos, junto con los Apóstoles Pedro
y Pablo -solemnidad que celebraremos en cinco días-, que vienen inscritos en el
calendario general de la Iglesia y que prevalecen sobre la celebración
dominical.
Es, en los textos bíblicos, también un personaje
"particular". Cuya concepción y nacimiento estuvo envuelto en
teofanías, apariciones y misterios: Unos ancianos y estériles, ambos de familia
sacerdotal, justos ante Dios, que ya
sin esperanza conciben un hijo. Un hijo pedido al Señor en la oración -tu ruego ha sido escuchado le dice el
Ángel a Zacarías-; un hijo que trae el pan -por lo menos un pan espiritual-
bajo el brazo, alegría y gozo y muchos se
alegrarán de su nacimiento; elegido por el Señor y lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno; avanzadilla del
Mesías, por quien muchos volverán al Señor. Un hijo tan pedido y deseado como
ya inesperado, ahí las dudas de Zacarías.
Un Niño, que ya en el seno de su madre, salta de
gozo al acercarse María llevando en su propio seno al Salvador que Juan había
de anunciar; un niño que a la hora de ponerle nombre no sigue la tradición
familiar sino que tiene un nombre puesto ya por Dios; un niño que sin saberlo suelta la boca y la lengua de su padre que
empezó a hablar y lo primero que sale de esa boca clausurada y ahora
abierta son bendiciones para Dios. Bendito
sea el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo...
oración, el benedictus, que toda la Iglesia repite a diario en la oración de
laudes
Un niño que sobrecogía y admiraba; que sin aún
hablar ya cuestiona y hace reflexionar a los vecinos y a toda la montaña de
Judea. Un niño que iba de la mano de Dios, que crecía y su carácter se afianzaba, vivió en el desierto, dicen los estudios que, con los monjes de
Qumrán.
Juan era la voz que anunciaba la Palabra, el dedo
que señalaba al Salvador. ¿Qué salisteis
a ver al desierto? Preguntaba Jesús a la gente: ¿Una caña sacudida por el
viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas?;
¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque
éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de ti, el
cual preparará tu camino delante de ti. En verdad os digo: Entre los nacidos de
mujer no ha habido otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el
reino de los cielos, es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta
ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.
Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis
recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tenga oídos para oír,
oiga.
Juan era la voz que grita en el desierto, que hoy
sigue gritando en nuestros muchos desiertos. Que con su figura austera, vestido
de piel de camello, alimentándose con saltamontes y miel silvestre, nos
recuerda lo que en verdad importa en nuestras vidas. Su llamada a la penitencia
sigue resonando para nosotros 2000 años después. La invitación a seguir a la
Palabra encarnada también es hoy para nosotros. Su humillarse, hasta
desaparecer, para que brille la verdadera Luz del mundo; el acallar su voz para
que se escuche la Palabra, con mayúsculas, nos recoloca a cada uno en nuestro
lugar.
El mayor nacido de mujer y a la vez el menor en
el Reino de los Cielos sigue siendo hoy para nosotros toque de atención en
nuestras vidas despistadas, flojas, llenas de cosas que no ayudan demasiado a
vivir en cristiano, a seguir sin lastres a Cristo.
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
Feliz Domingo
Isaías 49,1-6
Salmo 138 R/.
Te doy gracias, porque me has escogido
portentosamente.
Hechos de los Apóstoles 13, 22-26
San Lucas 1, 57-66. 80
Fr. J.L.
Museo del Prado (Madrid)
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