XXII Domingo del Tiempo Ordinario (C)
El pasado domingo se nos hablaba de pasar por la puerta estrecha, como paso obligado de entrada en el Reino. Hoy las lecturas nos sugieren la misma idea, es la humildad lo que nos hace pequeños al mundo y grandes ante Dios.
Es muy humano -y por ello también muy
eclesial- buscar los primeros puestos como los invitados al banquete de bodas del
evangelio. En muy humano invitar para que luego nos inviten, dar para que nos
den, hacer para que nos hagan... eso es lo que denuncia Jesús en el Evangelio.
San Benito en la Regla, que escribe para
los monjes, en el capítulo VII va desarrollando doce grados, doce escalones por
los que ir creciendo en humildad y empequeñeciéndose a uno mismo, y a los
propios deseos, y al gran yo que todos llevamos dentro..., a base de
autoconocimiento, de renuncia, y de mucha confianza en Dios y en los
superiores. Hasta llegar a aquel amor de
Dios que, por ser perfecto, echa fuera el temor; gracias a él, todo lo que
observaba antes no sin temor, empezará a cumplirlo sin ningún esfuerzo, como
instintivamente, por costumbre; no ya por temor al infierno, sino por amor a
Cristo, por la costumbre del bien y por el gusto de las virtudes..(RB VII,
67...)
Pero es santa Teresa, la santidad más
castiza de nuestro entorno, quien en su buscar
a Dios, habla de la humildad como la actitud o virtud que nos hace
encontrar a Dios sin tener que buscarlo, ya que es Dios mismo quien toma la
iniciativa del encuentro en el humilde.
La humildad no nos rebaja, sino al
contrario, nos da la verdadera grandeza pues al acercarnos a Dios, eso mismo
nos eleva. Dice la Santa en la 6ª morada: Una
vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta
virtud de la humildad. y púsome delante -a mi parecer sin considerarlo, sino de
presto- esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en
Verdad. (10,7)
Con Teresa podemos pensar que la humildad
es primeramente una virtud teologal, referida directamente a Dios, por la que
podemos conocer a Dios igual que Dios nos conoce. Y no maneras artificiales de almas cobardes con amparo de humildad (Libro
de la Vida 13,2) personas encogidas, acobardadas -dicen que por Dios o para
Dios-, espíritus ñoños y melancólicos... pongamos,
hijas, los ojos en Cristo, nuestro bien, y allí deprenderemos la verdadera
humildad... (1M 2,11)
Verdadera humildad, viene a decir, nos
hace grandes, magnánimos, fuertes (fuerza y poder es lo que significa el
vocablo Virtud) y curiosamente humildad y generosidad suelen ir de la mano.
Nos lo decía la primera lectura del libro
del Eclesiástico: Cuanto más grande seas,
más debes humillarte, y así alcanzarás el favor del Señor... Porque grande es
el poder del Señor y es glorificado por los humildes.
Es la humildad el esqueleto de todas las
virtudes: un amor sin humildad no ama por amor sino por interés, una esperanza
sin humildad es simple presunción; un perdón sin humildad no es sino un atajo a
la venganza... Más que una virtud, resume santa Teresa, es la esencia, la
verdad de todas ellas, es la principal y
las abraza a todas. (CV 4,4)
No sabemos qué cara se le quedó a quien
invitó a Jesús a esta mesa, no sabemos lo que esperaba recibir a cambio, pero
seguro que no esperaba las palabras de Jesús, el último párrafo dedicado a él
enterito: Cuando des una comida o una
cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los
vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des
un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado,
porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos.
El banquete del Reino está preparado, y
todos estamos invitados a participar en él. Quizás lo nuestro no sea ocupar
puestos principales, sino servir esa gran mesa... Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será
enaltecido.
Buen Domingo
Libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29
Salmo 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 R/. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres
Carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a
Evangelio de san Lucas 14, 1. 7-14
Libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29
Salmo 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 R/. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres
Carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a
Evangelio de san Lucas 14, 1. 7-14
"... Dios es suma Verdad y la humildad es andar en Verdad".
ResponderEliminar"... la humildad: Más que una virtud, es la esencia, la verdad de todas ellas,
es la principal y las abraza a todas."
Que difícil a veces percibir esa Verdad en el "crestear" de nuestras vidas...y no acabar diciendo como dice una canción, para mi hablándole a nuestro Seňor: "...y la libertad te juro no la quiero (si estoy contigo)... dejame atada a este Amor, atada a este Amor..."
Gracias RdD