ASCENSIÓN DEL SEÑOR (VII Domingo de Pascua)
Dios
asciende entre aclamaciones,
nos dice el salmo responsorial; Dios asciende y los apóstoles se quedan pasmados mirando al cielo nos narra el
Libro de los Hechos; Dios asciende y nos deja la tarea de de ser testigos: id al mundo entero y proclamad el Evangelio
a toda la creación. La Buena Noticia ,
la Salvación
debe llegar a los confines del orbe... poco podían hacer los apóstoles, once
hombres curtidos en faenas del mar, sin demasiados estudios, con escasos recursos
económicos... pero con mucha fe y la fuerza que da creer en la Palabra encarnada que es
Cristo.
El que crea se salvará. Creer es gratis,
lo mismo que predicar el Evangelio. La Salvación es gratuita. La muerte de Cristo, su
resurrección purifica de una sola vez y para siempre la humanidad entera, el que crea se salvará; el que se resista a
creer... ya tiene en ello su autonegación.
Reconocer la fe es también don de Dios,
nos lo recuerda la segunda lectura: Que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de
sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón,
para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de
gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su
poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo. La fe es esperanza,
es riqueza, es herencia, es poder, es
reflejo de Cristo en nosotros, es su acción en nosotros; lo que puede mover hoy
a tantos hombre y mujeres a dejarlo todo atrás y embarcarse hasta el fin del
mundo para gritar la
Salvación de Cristo.
Y
el Señor cooperaba confirmando la palabra con señales... Señales para los que predican que
confirman sus palabras, señales para los que creen: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán
serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos. Yo creo, tengo fe; y
creo también que no hago ninguna de estas cosas como no las hacen la mayoría de
los creyentes; pero conocemos santos de gran fe, y no pocas veces fe muy
probada por la duda, que sí hacían estos y otros signos del poder de Dios.
Hoy, casi a diario, escuchamos noticias de
cristianos que por su perseverancia en la fe dan la vida; hoy por todo el mundo
la fe hace a los misioneros darse hasta el fin de sus fuerzas en los lugares
más recónditos; hoy en los hospitales y centros de acogida hay gente -que
incluso no se reconozcan creyentes- que se desviven por mejorar la vida de los
otros; hoy la fe sigue moviendo montañas y personas y corazones.
Una
noche un hombre leyó en su Biblia: Si
tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esa montaña: "quítate de
ahí", y se quitaría (Mateo 17, 20) Después de leerlo recordó que
detrás de su casa había una montaña, cerró los ojos y dijo: “Montaña te ordeno
que te quites”, y se acostó. A la mañana siguiente despertó y rápidamente abrió
la ventana y vio que la montaña estaba en el mismo lugar, y dijo: “yo sabía
que no se iba a quitar”.
Ese
mismo día el hermano de ese hombre, leyó el mismo pasaje de la Biblia , y se fijó por la
ventana y vio la montaña. Se acercó a su ventana y dijo: “Montaña te ordeno que
te quites de ahí, y se acostó tranquilamente. A la mañana siguiente despertó,
fue a su ventana y vio que la montaña estaba en su lugar y dijo: “yo no sé
quién puso esa montaña ahí, porque yo la quité anoche”. (Ronda por Internet sin
citarse autor)
Fr. J.L.
Hechos de los Apóstoles 1, 1-11.
Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Efesios 1, 17-23
Marcos 16, 15-20
Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Efesios 1, 17-23
Marcos 16, 15-20
La Ascensión de Cristo (1520) Benvenuto Tisi da Garofalo
Galleria Nazionale d'Arte Antica. Roma
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