sábado, 16 de mayo de 2015

Con recadito

ASCENSIÓN DEL SEÑOR  (VII Domingo de Pascua)


Dios asciende entre aclamaciones, nos dice el salmo responsorial; Dios asciende y los apóstoles se quedan pasmados mirando al cielo nos narra el Libro de los Hechos; Dios asciende y nos deja la tarea de de ser testigos: id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. La Buena Noticia, la Salvación debe llegar a los confines del orbe... poco podían hacer los apóstoles, once hombres curtidos en faenas del mar, sin demasiados estudios, con escasos recursos económicos... pero con mucha fe y la fuerza que da creer en la Palabra encarnada que es Cristo.

El que crea se salvará. Creer es gratis, lo mismo que predicar el Evangelio. La Salvación es gratuita. La muerte de Cristo, su resurrección purifica de una sola vez y para siempre la humanidad entera, el que crea se salvará; el que se resista a creer... ya tiene en ello su autonegación.

Reconocer la fe es también don de Dios, nos lo recuerda la segunda lectura: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo. La fe es esperanza, es riqueza, es herencia, es poder, es reflejo de Cristo en nosotros, es su acción en nosotros; lo que puede mover hoy a tantos hombre y mujeres a dejarlo todo atrás y embarcarse hasta el fin del mundo para gritar la Salvación de Cristo.

Y el Señor cooperaba confirmando la palabra con señales... Señales para los que predican que confirman sus palabras, señales para los que creen: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos. Yo creo, tengo fe; y creo también que no hago ninguna de estas cosas como no las hacen la mayoría de los creyentes; pero conocemos santos de gran fe, y no pocas veces fe muy probada por la duda, que sí hacían estos y otros signos del poder de Dios.

Hoy, casi a diario, escuchamos noticias de cristianos que por su perseverancia en la fe dan la vida; hoy por todo el mundo la fe hace a los misioneros darse hasta el fin de sus fuerzas en los lugares más recónditos; hoy en los hospitales y centros de acogida hay gente -que incluso no se reconozcan creyentes- que se desviven por mejorar la vida de los otros; hoy la fe sigue moviendo montañas y personas y corazones.

Una noche un hombre leyó en su Biblia: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esa montaña: "quítate de ahí", y se quitaría (Mateo 17, 20) Después de leerlo recordó que detrás de su casa había una montaña, cerró los ojos y dijo: “Montaña te ordeno que te quites”, y se acostó. A la mañana siguiente despertó y rápidamente abrió la ventana y vio que la montaña estaba en el mismo lugar, y dijo: “yo sabía que no se iba a quitar”.

Ese mismo día el hermano de ese hombre, leyó el mismo pasaje de la Biblia, y se fijó por la ventana y vio la montaña. Se acercó a su ventana y dijo: “Montaña te ordeno que te quites de ahí, y se acostó tranquilamente. A la mañana siguiente despertó, fue a su ventana y vio que la montaña estaba en su lugar y dijo: “yo no sé quién puso esa montaña ahí, porque yo la quité anoche”. (Ronda por Internet sin citarse autor)

Fr. J.L.

Hechos de los Apóstoles 1, 1-11.
Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9    R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Efesios 1, 17-23
Marcos 16, 15-20

La Ascensión de Cristo (1520) Benvenuto Tisi da Garofalo
Galleria Nazionale d'Arte Antica. Roma



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