sábado, 6 de junio de 2015

Lo que se come...

CORPUS CHRISTI. SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO.


Muchas alianzas hace Dios con los hombres a lo largo de la historia (el Sinaí, Noé tras el diluvio, con Abrahán y la promesa, con Joadá y el rey David). La primera lectura del Libro del Éxodo nos cuenta la que hizo Dios con todo el pueblo de Israel, con Moisés por intermediario y sellada con un sacrificio cruento de holocaustos y vacas. Alianza y Sacrificio/Ofrenda siempre van unidos.

El altar, las doce estelas, las víctimas, el compromiso unánime del pueblo: Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos. La aspersión con sangre... manchas que comprometen, manchas que limpian.

La Alianza y Sacrificio/Ofrenda de Cristo renueva, supera y purifica todas las anteriores. Él, en persona, es la ofrenda, el sello que confirma la Alianza definitiva. Él es a la vez el templo y el ministro del sacrificio, el holocausto y la ofrenda, la víctima y el altar. Es la Sangre de Cristo la que nos purifica y lleva al culto del Dios vivo.

En la última cena Jesús reproduce los ritos de la Pascua judía, la alianza antigua. Reproduce y dota de un nuevo sentido prediciendo su propia entrega en la cruz. Su cuerpo entregado y su sangre derramada son, en el Pan y el Vino, sello, modelo, memoria y realidad de la Alianza que hacemos en cada Eucaristía con Dios Alimento y Bebida de salvación, ejemplo de Amor entregado, de Caridad encarnada.

Dar la vida para nada es inútil e innecesario y además triste. Dar la vida y ser semilla que muere, germina, crece y da fruto es realización, es superación. Por eso, y con todo sentido, la Iglesia une a este día la Jornada de Caridad Fraterna. El amor que Cristo nos demostró en su entrega sacrificial por todos los hombres debe ser para nosotros espaldarazo en el servicio desinteresado que quienes nos necesiten. La realidad social, a la puerta de nuestras casas, nos muestra, y no pocas veces con dura crueldad, los "hambres" del mundo hoy: desempleo, soledad, enfermedad, incultura, necesidades varias, hambres de todos los colores y todos los sabores. El grito de esta sangre (Gn 4, 10) llega a los oídos de Dios, y nos recuerda y recuerda a Dios nuestra alianza, nuestras obligaciones, nuestro compromiso cristiano. La frase de Jesús: dadles vosotros de comer (Lc 9, 13) debe resonar en nuestros corazones después de cada comunión.

Comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo es comulgar con su forma de vida. La comunión siempre es viático, alimento que fortalece y mantiene en el camino de nuestra vida. El refranero dice que lo que se como se cría, que nosotros por la frecuente comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo seamos para cuantos nos rodean otros Cristos.

Fr. J.L.

Éxodo 24, 3-8
Sal 115   R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor
Carta a los Hebreos 9, 11-15
Marcos 14, 12-16. 22-26



La Santa Cena (1562) Juan de Juanes
Museo del Prado

No hay comentarios:

Publicar un comentario