XXV Domingo del Tiempo Ordinario (C)
El binomio Dios-dinero es imposible... pero el dinero es necesario, sí. Pero no el dinero injusto, que trae oposición y genera desigualdad. Que el dinero no sea el referente, la medida de nuestra vida, que lo sea la justicia, y esta no está reñida ni con la riqueza ni con la pobreza.
No se puede servir a Dios y al dinero, no se puede servir a dos amos. Dios es siempre lo opuesto a lo que suele acarrear la acumulación de cosas innecesarias: Dios es comunidad, las riquezas generan aislamiento; Dios es generosidad, las riquezas avaras, acumulación; Dios es don y las riquezas tasación; Dios es entrega y las riquezas almacenamiento injusto.
Quien es justo es de fiar, es honrado en lo poco y en lo mucho. De quien es justo no se duda, aunque pase por sus manos todo el oro del mundo.
Pero hay otros muchos señores, distantes de Dios, a parte del dinero, es más cada uno podemos hacernos los nuestros e incluso endiosarnos a nosotros mismos. Nadie puede servir a dos amos.
Posesión y explotación al que tiene menos ya viene de antiguo. Pecado sobre pecado. Exprimir al pobre, despojar al miserable... y cuando uno no tiene defensor siempre puede apelar a Dios y Dios lo tendrá en cuenta.. Jura el Señor... que no olvidaré jamás vuestras acciones. El justo es de fiar, es honrado.
En los tiempos presentes toma actualidad la lectura de la Carta de san Pablo a Timoteo: elevad oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible. La inestabilidad política, la idoneidad de los políticos, sus razones e intenciones de gobierno, su honestidad, su justicia o injusticia... no cabe aquí comentario... sólo seguir el consejo de Pablo. Tenedlos presentes en nuestras oración. Por que si ellos "funcionan", si son políticos de verdad, si trabajan por la ciudadanía, si su interés es el pueblo... serán administradores fieles y -sean o no de nuestro color político- todos llevaremos una vida tranquila y apacible.
Amós 8, 4-7
Salmo 112, 1-2. 4-6. 7-8R/. Alabad al Señor, que alza al pobre.
Primera carta de san Pablo a Timoteo 2, 1-8San Lucas 16, 1-13
Fr. J.L.
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