lunes, 12 de octubre de 2020

Fortaleza, seguridad esperanza, MARÍA

 Virgen del Pilar

 

Crónicas 15, 3-4.15-16; 15, 1-2

Salmo 26              R.- El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado

Hechos de los Apóstoles 1, 12- 14

Lucas 11, 27-28

 

Como el arca de la alianza se coloca en medio de la tienda; como María está en medio de los apóstoles después de la Ascensión de Jesús, uniendo, orando en comunión.

 

El Pilar... la columna central que sostiene el edificio apostólico; que mantiene la fe del pueblo; que anima al Apóstol Santiago a seguir anunciando a Cristo hasta el fin de la tierra, hasta el fin de sus días...

 

Santa María del Pilar, (cantamos en el himno de la liturgia de este día) desde tu columna oteas, diriges, sostienes, alientas, proteges y guías al pueblo que peregrina, estos tus hijos.

 

Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. No, mejor, dichoso quien escucha la palabra de Dios y la cumple...

 

La respuesta de Jesús, ante la exclamación de la mujer, no la dio menospreciando a su Madre. Jesús no rechaza el elogio, pero no duda en colocarlo en su lugar: porque María es feliz, es dichosa, pero en primer lugar porque ha escuchado la Palabra de Dios, porque ha creído en ella. Es porque con su vida ha hecho realidad sus palabras al ángel: he aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra. María encarna el ideal de todo creyente, y es siguiendo su ejemplo que podemos encontrar, nosotros también, el camino de la felicidad. Hoy todos debemos hacer algo semejante a lo que hizo María: concebir y dar la luz. “Concebir” la Palabra a través de la escucha y “Dar a luz la palabra” es decir, cumplirla.

 

María, ciertamente, es la Madre de Jesús digna de toda alabanza, pero es antes que madre la primera creyente como recuerda San Agustín: “María concibió antes en su mente que en su vientre”, en Ella precedió la fe a la concepción.

 

En la oración colecta hemos pedido: fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza, constancia en el amor. Tres cosas que en estos tiempos de pandemia todos necesitamos, fortaleza, seguridad, esperanza.

 

Acudamos hoy con confianza a María para que ella nos alcance de su Hijo la gracia de sentir el gozo y la belleza de la vida cristiana, y para que, dejándonos transformar por Él, contribuyamos con nuestro esfuerzo en la construcción de un mundo mejor en el que, respetando la pluralidad, resplandezca la dignidad de todos, creados a imagen de Dios. Desde el cielo nos acompaña en el camino de la vida y, como Madre, siempre está atenta a interceder por nosotros en nuestras necesidades como en las bodas de Caná. Que ella interceda por nosotros, y, como decimos en la Salve, nos muestre a Jesús, fruto bendito de su vientre.

 

Pero también, como Madre, nos recuerda lo que dijo entonces a los sirvientes: Haced lo que Él os diga. Así nosotros también destacaremos por escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica.

 

Mujer, aquí tienes a tus hijos. Hermanos, aquí tenemos una Madre.

 

 

fr. Jl

 

 



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