III Domingo del Tiempo Ordinario (C)
En Cristo se cumple la profecía anunciada
por Isaías: El Espíritu del
Señor... me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar
libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.
Cristo viene a librara por el anuncio
del Evangelio de toda atadura física y moral, para derramar la gracia de Dios a
todos, sin distinción, judíos griegos, esclavos, libres... la redención de
Jesucristo es universal, esto significa católica,
la Iglesia es universal, católica, en ella todos estamos unidos por la fe, y la
fe no se puede ni imponer ni impedir a nadie.
Todos tenemos nuestro espacio, por que
todos somos necesarios. Como en el cuerpo humano no todo es cabeza, ni piernas,
ni puede funcionar una mano por libre, ni siquiera el corazón... Y si algo
duele, duele el yo entero, no podemos desconectar la parte doliente. Así es la
Iglesia. Todos aportamos. todos colaboramos, todos añadimos y/o restamos; pero
sí somos cuantificables, cada uno en su puesto, ministerio o servicio; no todos
somos profetas, o maestros, o hacemos milagros... pero hasta el más inútil a
nuestros ojos, puede rezar, y sonreír y sobre todo amar.
Hoy
se cumple esta Escritura que acabáis e oír. Hoy el Reino de Dios se hace presente porque cada uno de
nosotros lo hacemos presente desde nuestro lugar, alto o bajo (dependerá de
quien lo mire), pero siempre perfecto a los ojos de Dios.
Estamos en la Semana de Oración por la
Unidad de los Cristianos. La Palabra de este Domingo es que ni pintada. Nos
une, sin duda, la Palabra de Dios. Vale la pena releer la primera lectura y
aprender a tratar con dignidad la Palabra: Abrió
el libro... y todo el pueblo estaba atento... levantó las manos... respondió...
se inclinaron y adoraron. Leían con claridad y explicaban el sentido...
comprendieron el sentido... Y fue para todos motivo de alegre celebración,
de encuentro y de compartir. En el corazón de Dios, en la Iglesia que Dios
quiere todos tenemos sitio, porque todos somos necesarios como los miembros de
un cuerpo.
Fr. J.L.
Nehemias 8, 2-4a. 5-6. 8-10
Salmo 18, 8. 9. 10. 15 R/Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
Primera a los Corintios 12, 12-30
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