INMACULADA CONCEPCIÓN
Cuatro
son los personajes que el adviento nos presenta como guías y modelos en la
espera del Señor: Isaías, cuyas profecías alusivas al Mesías vamos escuchado a
lo largo del adviento; Juan el Bautista, el precursor, la voz que clama en el
desierto preparad un camino al Señor... ;
María la Madre que espera el nacimiento de un hijo del que sabe que no sabe,
del que le han dicho -que de él hablaron los antiguos profetas- pero no
entiende, que lleva en su seno y es Hijo de Dios...; y por último san José, el
esposo de María.
Isaías,
Juan, María y José.
Pero
hoy toca hablar de María. María en el misterio de su Inmaculada Concepción. Y
si es un misterio confirmado con un Dogma pues poco vamos a poder explicar.
El
Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que María para ser la Madre del Salvador fue dotada con dones a la medida
de una misión tan importante (LG 56) El
ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de
gracia" (Lc 1, 28) En efecto,
para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era
preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios. (CIC
490)
A lo largo de los siglos, la Iglesia ha
tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma
de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:«... la
bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado
original en el primer instante de su concepción por singular gracia y
privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo
Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS, 2803) (CIC
491)
Esta "resplandeciente santidad del
todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer
instante de su concepción" (LG
56), le viene toda entera de Cristo: ella
es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su
Hijo" (LG
53). El Padre la ha "bendecido [...]
con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef
1, 3) más que a ninguna otra persona
creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser
santa e inmaculada en su presencia, en el amor" (cf. Ef 1, 4) (CIC
492)
Los Padres de la tradición oriental llaman
a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como
inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por
el Espíritu Santo" (LG
56) Por la gracia de Dios, María ha
permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida. (CIC
493)
El
Evangelio que hemos escuchado, el relato de la Anunciación -otro misterio con
su propio dogma- nos enseña que la Madre de Jesús, fue una mujer sencilla, de
un pueblo humilde casi perdido. Dios elige lo sencillo y concede sus favores y
dones a quienes no se sienten importantes. Dios se sirve de nuestras pobrezas
para hacer sus grandezas.
El
pasado domingo, el Papa Francisco firmaba una Carta Apostólica titulada:
Admirabile
signum, sobre el significado y el valor del belén. En ella al hablar de
María nos dice: es una madre que contempla a su hijo y lo
muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio
que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón
inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios,
María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: «He aquí la esclava
del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), son para
todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con
aquel “sí”, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su
virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de
Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que
obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (cf. Jn 2,5). Os invito a leerla en este enlace.
Que
sepamos, desde nuestra pequeñez y pobreza dar nuestro sí al Señor, como María,
para que haga en nosotros su obra, obras que siempre serán grandes. Que con
nuestras obras y palabras siempre mostremos a Dios.
Feliz
día del Señor.
Feliz
día de la Inmaculada
Salmo 97, 1. 2-3ab. 3c-4 R/. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas
San Pablo a los Efesios 1, 3-6. 11-12
San Lucas 1. 26-38
Fr. J.L.
Inmaculada Concepción (1630). Francisco Zurbarán
Museo del Prado (Madrid)