XVII Domingo del Tiempo Ordinario (B)
Nuestra pequeña aportación en manos de
Dios es inmensidad. Nuestro
compartir lo poco que tenemos o somos puede enriquecer a otros, a muchos, a
todos, aunque a nosotros nos parezca poca cosa.
En la primera
lectura es uno de Baal-Salisá,
"uno" sin nombre y de un pueblín casi desconocido, ósea "casi nadie",
quien con su ofrenda alimenta, sacia y sobra a una muchedumbre hambrienta. En
el Evangelio es un muchacho -que no llega a la madurez de un hombre hecho y
formado- quien aporta lo que tiene, cinco
panes de cebada y un par de peces. Pero ¿qué
hago yo con esto para 100 personas? ¿qué es esto para tantos? Las lógicas humanas nos asaltan...
La proporción entre Dios y nosotros es infinita, así su poder con nuestra
pobreza. El don de Dios sacia al hombre, lo desborda. Pero también dice: Que nada se desperdicie. Idea que a
menudo, con sus propias palabras, repite el Papa Francisco y ha dejado escrita
en su encíclica "Laudato Si": lo
que nos sobra no es nuestro, es de quien lo necesita. No nos dice el
Evangelio que pasó con los doce canastos
de pedazos sobrantes pero remarca que la gente vio en ello el milagro.
Vivimos en un mundo donde a diario se tiran toneladas de comida en buen
estado, tanto en establecimientos como en nuestras propias casas, cuando hay
más de un tercio de la población mundial con necesidades básicas.
Partir - repartir - compartir, esta es la dinámica y el ritmo cadente de
toda Eucaristía, este es el milagro cotidiano del pan eucarístico. Partir -
repartir - compartir. Partir - repartir - compartir. Es el mismo Cristo en cada
Cristiano que no solo lo es de nombre sino de vida. Partir - repartir -
compartir.
Ninguno vamos a eliminar el hambre en el mundo; los que comieron el pan
del muchacho sobre los que Jesús pronunció
la acción de gracias al día siguiente volvieron a tener hambre y quizás
recordaron las sobras... pero todos podemos y debemos pensar en plural, o lo
que es lo mismo, pensar en cristiano.
Fr. J.L.
Segundo libro de los Reyes 4, 42-44
Salmo 144, 10-11. 15-16. 17-18 R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias
Efesios 4, 1-6
Juan 6, 1-15
Salmo 144, 10-11. 15-16. 17-18 R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias
Efesios 4, 1-6
Juan 6, 1-15
La multiplicación de los panes y los peces (1796/1797). Francisco de Goya
Oratorio de la Santa Cueva (Cádiz)
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