sábado, 16 de diciembre de 2017

Cuestionando al mundo

III Domingo del Tiempo de Adviento (B)
Domingo de GAUDETE


El Adviento se toma un respiro en este tercer domingo.
La casulla puede ser de color rosa en vez de morado. La música y los adornos florales pueden volver a la celebración. La alegría surge y resurge en las oraciones, las lecturas en el curso de toda la celebración.
Adviento, tiempo de espera, una espera activa, una espera alegre.
Es la alegría, el gozo, algo muy propio del cristiano: Isabel (Lc 1, 39...) se llenó de alegría en la visitación de María por la cercanía del Señor, y Juan saltó de alegría en su seno... Los pastores (Lc 2, 1...), llenos de alegría, fueron a ver aquello que el ángel les había anunciado... Los discípulos de Emaus (Lc 24, 13...), corrieron llenos de alegría a compartir con los apóstoles el gozo de haber visto y oído al Señor resucitado... Los apóstoles después de ser amonestados y azotados (cf Libros de los Hechos 2) estaban alegres de recibir aquellos ultrajes por el nombre de Jesús...
Como la Cruz es la señal del Cristiano, la alegría podría ser su contraseña. Quien se encuentra con el Señor debe desbordar alegría, gozo en su entorno. Si Dios nos ha hecho libres, grandes, salvos, ricos, coherederos con Cristo, pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia (Jn 1, 16) cómo estar tristes. Seguramente nos faltará salud, tendremos problemas en la familia, un trabajo inestable,... habrá mil cosas que achiquen nuestra alegría, pero el don de Dios será siempre mayor.
La alegría es nuestro primordial testimonio como cristianos, quizás nuestro único testimonio. No hace muchos días un huésped dejó un escrito para un hermano que con permiso del hermano en cuestión y conocimiento del huésped os transcribo:
¿Cómo olvidar que un cristiano, alguien que no sólo ha conocido, sino que ha experimentado la Buena Nueva de la Redención, ha de tener el alma inundada de una alegría contagiosa?
Yo suelo ir por la vida con mi clásica cara de tractor, porque no tengo presente en cada momento estos Advientos, estas noticias que no tienen parangón con ningunas otras.
Sin embargo, tú eres el ejemplo vivo de cristiano alegre, del cristiano que hace con los demás la mayor caridad que se puede hacer con el prójimo, la de ayudar y además hacerlo alegremente.
Una caridad que hunde sus raíces en una fe evolucionada, en una esperanza clara. Tan clara como la Luz de Cristo.
Que sepas que, a partir de ahora, me servirás de ejemplo para borrar mi rictus y esbozar sonrisas, para mirar más a los ojos y para pensar con mucha más frecuencia en este Cristo que nos viene en cada Adviento, nos ama sobre todas las cosas y que, amándonos es un pecado mostrarnos indiferentes o mostrarnos tristes. Y que hemos de plasmar en nuestra cara el estado de nuestra alma.
Sigue repartiendo siempre esa caridad de la cual algunos comemos cada vez que nos vemos.
Un abrazo y feliz adviento. (Firmado y fechado)
Hasta aquí el escrito.
Es la alegría el gran testimonio que como cristianos podemos todos dar. Estamos aquí ahora 120-150-200 personas pero solo yo puedo ahora dar testimonio con mi palabra, pero todos podemos darlo con nuestra alegría, sin necesidad de estudios teológicos, sin recibir ordenes sagradas, sin necesidad de decir palabra.
Alegría que brota -como nos decía el huésped- del encuentro con Cristo que nos viene. Mi palabra sólo llega a los que hoy habéis venido a esta Eucaristía -también a quien lo lea en el blog- Cada uno de vosotros, al salir de aquí, a diario, os cruzáis con mucha gente, conocidos o no, que vuestra actitud de fe, que vuestra alegría cristiana les cuestione, que sin necesidad de palabras que lleven la Palabra nos puedan preguntar como a Juan el Bautista ¿tú quién eres? ¿por qué actúas así?
El Espíritu del Señor -también- está sobre cada uno de vosotros, porque el Señor nos ha ungido. Nos ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.
El Papa Francisco ha empleado más de una vez, más de una vez se ha citado en esta iglesia, la expresión de "cara de pepinillo avinagrado" aplicada especialmente a obispos, curas, religiosos y religiosas. Quizás creamos que el tener la palabra con minúsculas nos es ya suficiente, pero seguro que llega más la esencia de ser cristianos, una alegría desbordante, una mirada limpia, un saber darse como se dio Cristo.

Isaías 61,1-2a.10-11
Salmo  Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54    R/. Me alegro con mi Dios
Primera carta a los Tesalonicenses 5,16-24
San Juan 1, 6-8, 19-28

Feliz Domingo
Fr. J.L.
  
La Anunciación de Cestello (1489). Sandro Botticelli - Galería de los Uffizi (Florencia)

sábado, 18 de noviembre de 2017

Día de la Iglesia diocesana. I Jornada Mundial de los Pobres

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (A)

Espera activa

Como se nos decía el pasado domingo, nos dirigimos al final de Año Litúrgico. El próximo domingo celebraremos la Solemnidad de Cristo Rey y al siguiente la rueda del ciclo litúrgico volverá a ponerse en marcha de nuevo en el Adviento. Y por las lecturas que hemos ido escuchando los últimos domingos e incluso en las Eucaristías de los días de labor, parece que se nos escapa el tiempo, que este avance al final del ciclo se acelera, que el Señor está cerca y no nos damos por enterados.
El mandamiento principal hace tres domingos, la autoridad y la coherencia de vida hace dos, las vírgenes preparadas el pasado... todo nos lleva hacia el Señor que viene a nuestro encuentro. Y con la misericordia que es el tacto de Dios no falta la Justicia, principio de la integridad de Dios.
Nuestro Dios es un Dios misericordioso pero también exigente.
Todo es nuestra vida es don, es talento recibido y todos hemos sido receptores de Dios. Y al hablar de "dones" no entendamos sólo riquezas, también habilidades, prestezas, inteligencia, alegría, saber escuchar o/y aconsejar... mil cosas que no llevan en la cartera ni se compran con dinero. Talentos, regalo de Dios, son nuestras familias, la comunidad, los amigos, la parroquia; talentos son nuestros trabajos, nuestras cualidades humanas, intelectuales, éticas y morales... Esos talentos los hemos recibido, no son nuestros y ni siquiera para nosotros, de ellos se nos pedirá cuentas.
¿De qué sirve tener grandes riquezas acumuladas que la polilla come y la herrumbre corroe (Mt 6, 19)? ¿de qué vale ser un gran genio si mis inimaginables inventos sólo funcionan para mí en lo más cerrado de mi casa? ¿de que sirve tener la sonrisa más amable del mundo si solo la luzco delante del espejo, o el corazón más amoroso y esponjoso si no dejo a nadie participar del amor de Dios que lo llena? ¿de qué sirve tener muchos talentos, o pocos, si los guardamos en una maceta y no dejamos que fructifiquen?
Pero es que Dios -como el señor de la parábola- es exigente, ya. Gratis habéis recibido, dad gratis (Mt 10, 8) Esa es la única manera de que nuestros talentos den fruto y produzcan en abundancia.
La mujer hacendosa que vale mucho más que las perlas de la primera lectura (aunque nos parezca un texto machista) es ejemplo de ese dar fruto de los talentos recibidos: fiable, que trae ganancias y no pérdidas... que trabaja con la destreza de sus manos. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Fruto para los de su casa y para los necesitados, pobres de cualquier pobreza.
Todos hemos recibido talentos e igualmente, todos, necesitamos de los talentos de los otros. Todos somos a la vez ricos y pobres.
En esta jornada, además del DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA, se celebra por primera vez la JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES, con el lema: «Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras» (1 Jn 3,18). Todos estos pobres —como solía decir el beato Pablo VI— pertenecen a la Iglesia por «derecho evangélico» (Discurso en la apertura de la segunda sesión delConcilio Ecuménico Vaticano II, 29 septiembre 1963) y obligan a la opción fundamental por ellos. Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios.
Todos somos pobres y todos podemos enriquecer a otros, vivamos como hijos de la luz e hijos del día... estemos vigilantes... Hagamos fructificar nuestros talentos y un día escucharemos aquello de: Venid vosotros, benditos de mi Padre... Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme... Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis (Mt 25, 34-40)

Proverbios 31,10-13.19-20.30-31
Salmo  127           R/. Dichoso el que teme al Señor
Primera carta a los Tesalonicenses 5,1-6
San Mateo 25, 14-30

Feliz Domingo
Fr. J.L. 




lunes, 23 de octubre de 2017

Se valiente, la misión te espera (DOMUND 2017)


El Evangelio de hoy lo solemos interpretar como los fariseos y herodianos del Evangelio querían que lo interpretara Jesús: Dios y dinero enfrentados frontalmente. Una pregunta trampa con un repuesta magistral.
Y en una mentalidad judía, como la de Jesús, es fácil que nos resuenen las frases del libro del Deuteronomio: Escucha, Israel, el Señor es el único Dios. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza (6, 4-6) Temerás sólo al Señor tu Dios; y a El adorarás, y jurarás por su nombre (6, 13)... quien en tiempos de Jesús colaboraba con el Cesar y lo que él representaba no era un buen y fiel creyente judío.
Las diferencias relacionales entre Dios y el poder político sólo quedarán selladas cuando aprendamos, también en palabras del mismo Jesús a dar a Dios un culto en espíritu y verdad (Jn 4,21-24)
Jesús cumple la ley, la perfecciona, la lleva a plenitud (Mt 5, 17) Trabajar por una sociedad más justa, desde lo social, también desde lo político, pero siempre empapado por la fe, la creencia y la vivencia cristiana. Cumplir la ley del Cesar de turno, no implica estar de acuerdo con ella, no comulguemos con ruedas de molino, pero cumplamos con nuestras obligaciones públicas, participemos con conciencia en las elecciones a representantes públicos, colaboremos en lo que este a nuestra mano... pero siempre y todo empapado por la fe, la creencia y la vivencia cristiana.
Aunque generalmente nos cuesta ver la mano de Dios en quienes nos gobiernan, encontramos en la primera lectura un personaje peculiar: el rey Ciro de Persia. No es judío, no pertenece al pueblo elegido, no conoce al Dios de la Biblia... y Dios se sirve de él, le lleva de la mano... Dios siempre hace bien las cosas aunque use herramientas defectuosas.
Hoy la Iglesia celebra el día del DOMUND, la Jornada Mundial de las Misiones. Nos reacuerda el Papa Francisco en el Mensaje para esta Jornada:
... Jornada Mundial de las Misiones nos vuelve a convocar entorno a la persona de Jesús, «el primero y el más grande evangelizador» (Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 7), que nos llama continuamente a anunciar el Evangelio del amor de Dios Padre con la fuerza del Espíritu Santo. Esta Jornada nos invita a reflexionar de nuevo sobre la misión en el corazón de la fe cristiana. De hecho, la Iglesia es misionera por naturaleza; si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería sólo una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su propósito y desapareciendo.
1. La misión de la Iglesia, destinada a todas las personas de buena voluntad, está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio. ... de Cristo resucitado... Camino ... Verdad y ... Vida.
2. Dios Padre desea esta transformación existencial de sus hijos e hijas; transformación que se expresa como culto en espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23-24), ... anuncio del Evangelio (que) se convierte en palabra viva y eficaz que realiza lo que proclama (cf. Is 55,10-11), es decir Jesucristo, el cual continuamente se hace carne en cada situación humana (cf. Jn 1,14).
3. La misión de la Iglesia no es la propagación de una ideología religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética sublime. ... (es) Jesucristo (mismo quien) sigue evangelizando y actuando... A través del anuncio del Evangelio, Jesús se convierte de nuevo en contemporáneo nuestro, de modo que quienes lo acogen con fe y amor experimentan la fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado que fecunda lo humano y la creación, como la lluvia lo hace con la tierra. «Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable» (Exh. ap. EG, 276).
4. Recordemos que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 1).
5. El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo como algo esencial. Él, a través de la Iglesia, continúa su misión de Buen Samaritano, curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen Pastor, buscando sin descanso a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin una meta. ...
6. La misión de la Iglesia está animada por una espiritualidad de éxodo continuo. Se trata de «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (Exhort. ap. EG, 20). ...
7. La misión dice a la Iglesia que ella no es un fin en sí misma, sino que es un humilde instrumento y mediación del Reino. ....
8. ... La persona de Jesús y la Buena Nueva proclamada por él siguen fascinando a muchos jóvenes. Ellos buscan caminos en los que poner en práctica el valor y los impulsos del corazón al servicio de la humanidad.
9. Las Obras Misionales Pontificias son un instrumento precioso...
10. Queridos hermanos y hermanas, hagamos misión inspirándonos en María, Madre de la evangelización. Ella, movida por el Espíritu, recibió la Palabra de vida en lo más profundo de su fe humilde. Que la Virgen nos ayude a decir nuestro «sí» en la urgencia de hacer resonar la Buena Nueva de Jesús en nuestro tiempo; que nos obtenga un nuevo celo de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte; que interceda por nosotros para que podamos adquirir la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la salvación.

Isaías 45, 1. 4-6
Salmo 95
Primera carta a los Tesalonicenses 1, 1-5b
San Mate 22, 15-21

Feliz Domingo
Fr. J.L.



domingo, 24 de septiembre de 2017

¿Envidia sana?

XXV Domingo del Tiempo Ordinario (A)


¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno? Esta es la penúltima frase del Evangelio que hemos escuchado y puede ser resumen y planteamiento de nuestras vidas.
A menudo hemos dicho lo poco que sabemos de Dios, hemos repetido que las lógicas de Dios no suelen coincidir con las nuestras.
El Evangelio de hoy es una de esas claras situaciones de difícil explicación. Ilógico por parte del empleador e injusto desde la situación del empleado. En nuestras cabezas, si uno trabaja cinco cobra por cinco, y si trabaja tres cobrará por tres, ¿no? eso es lo lógico. Pero Dios, el empleador de nuestra parábola, acuerda un buen jornal para los contratados en las primeras horas, a los contratados después les promete lo que es debido y así a los que se fueron sumando a la tarea en la viña. Comenzamos con un empleador justo -a los ojos de los hombres- que termina siendo misericordioso -desde el corazón de Dios-, pasando por una gran acogida, en el evangelio a cualquier hora, y quizás podríamos pensar que de cualquier religión, cultura, estrato y condición social, lugar...
Tres actitudes que no estaría mal incluir en nuestra rutina diaria: justicia, acogida, misericordia.
Justicia... falta nos hace. No hace muchos días, a mediados de este mes de septiembre, saltaba a la prensa la pésima noticia (noticia al parecer mucho menos importante que la cuestión catalana) de que después de 10 años en que la cifra iba descendiendo, ha aumentado la cantidad de población mundial que no ha tenido acceso a una alimentación adecuada, unos 38 millones de personas más que el año anterior. Un total de 815 millones de personas -mas del 10% de la población mundial- no tienen una alimentación mínima. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) hecha la culpa a la proliferación de las guerras y el cambio climático.
La injusticia del hambre, la injusticia de la guerra, la injusticia del mal uso de la tierra y de todos los bienes que nos regala y despilfarramos sin miramiento. La injusticia del trabajo deshumanizador, exprimidor y/o mal pagado. La injusticia de las desigualdades de los que son iguales a los ojos de Dios...  Porque una injusticia siempre va de la mano de otras injusticias. Injusticias que empeoran la vida de todos y nos separan de Dios. Porque la justicia da dignidad a la persona.
Acogida... Llevamos muchos años oyendo hablar intermitentemente de los refugiados. 65,6 Millones de personas se encontraban desplazadas a finales de 2016 según ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) entre guerras, hambrunas, persecución religiosa...; discriminación por mil razones que fácilmente podríamos justificar con nuestros planes y nuestros caminos. Tampoco tenemos que mirar muy lejos, en nuestro entorno podemos fácilmente encontrar excluidos, faltos de compañía, de amistad, de una palabra amable, de acogida en todos sus colores.
Acoger como acogía Jesús, sin mirar al qué dirán o cómo nos juzgarán, si viene de aquí o de allá, sin pensar si es de los nuestros o de los otros. La vida monástica sabe bastante de acogida, San Benito en la "Regla de los Monjes" dedica el capítulo 53 a la acogida, donde nos recuerda que los monjes pongan el máximo cuidado y atención en recibir a pobres y extranjeros, porque de modo especial en ellos se recibe a Cristo. Pues el respeto que imponen los ricos ya obliga a honrarles. Acoger siempre con un corazón grande como el corazón de Dios, donde todos tenemos sitio.
Misericordia... Qué decir que no se haya dicho ya en el tan sonado "Año de la Misericordia" convocado por el Papa Francisco entre 2015 y 2016. Misericordia es el único ingrediente que se repite en toda obra de Dios, que está en todos sus platos, porque Dios es Misericordia.
La Misericordia en nuestras vidas es los que nos debe hacer llevar una vida digna del Evangelio de Cristo, Siendo Cristo misericordioso para los otros en nuestro obrar y nuestro hablar, en nuestro sentir y nuestro amar.
Justicia, acogida, misericordia.
Y seamos envidiosos de todo lo bueno que hacen los demás; seamos envidiosos de lo bueno que es el reflejo de Dios en los otros; seamos envidiosos de Dios -que es bueno y es eterna su misericordia- lo mismo que queremos y quisiéramos ser como aquellos que nos aman.


Isaías 55, 6-9
Salmo 144            R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
San Pablo a los Filipenses 1, 20c-24. 27a
San Mateo 20, 1-16
Fr. J.L. 


Vendimia en la Ribera del Duero (1979). José Vela Zanetti
Colección Museo de Torrelaguna (Madrid)

domingo, 27 de agosto de 2017

Una encuesta con respuesta práctica

XXI Domingo del Tiempo Ordinario (A)


Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Esta es la pregunta que suelta Jesús a los discípulos después de la primera encuesta de calle del la era cristiana ¿quién dice la gente que soy yo?
Jesús es el Maestro y por eso es quien, casi siempre, responde. Sólo 6 preguntas he recordado hechas por Jesús además de la que nos ocupa: Al ciego: ¿Qué deseas que haga por ti? A los leprosos: ¿creéis que puedo hacerlo? Al padre del niño endemoniado: ¿Cuánto tiempo hace que le acontece esto? A Marta, hermana de Lázaro: ¿crees esto? A los que van a buscarlo al huerto: ¿a quién buscáis? Y en su proceso ante el Sanedrín a quien le abofetea: ¿por qué me pegas?
Pero esta vez cuestiona a sus discípulos de entonces y de ahora: vosotros ¿quién decís que soy yo? Y repuestas puede haber, por lo menos, tantas como cabezas. Lo que nos lleva a confirmar que hay, tenemos, vivimos en un gran desconocimiento de Cristo.
En otra encuesta, ésta bastante reciente, sobre la religiosidad en España: el 72 % se declara católico; un 13 % participa de la Celebración Dominical. Un 24 % se declara ateo o agnóstico. Si hablamos de la gente joven (entre 18 y 30 años): sólo el 6 % asiste con regularidad a la Eucaristía. El 52 % dice creer en Dios, pero se reducen al 25 % los que creen en la resurrección de Jesús y en la vida futura. Sólo un 31 % cree de Jesús es Dios; una amplia mayoría no confía en la Iglesia y ven a la jerarquía y a los eclesiásticos y religiosos distantes y rígidos... Y en un momento rezaremos el Credo y podremos comprobar que muchas de estas son las verdades de nuestra Fe.
Y vosotros ¿quién decís que soy yo? En la segunda lectura, San Pablo en su carta a los Romanos viene a decir algo fácilmente comprobable: de Dios no conocemos casi nada. Sabemos lo poco que se nos ha comunicado a través de Jesús. ¡Qué insondables sus decisiones! ¡Qué abismo de generosidad! ¿Quién conoció la mente del Señor? Por eso, cuando decimos “Dios” apenas sabemos lo que queremos decir. Sabemos que es “misterio de amor”, pero nos perdemos más por el “misterio” que por el "amor".
Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Pedro atina con la respuesta: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Este es el primer credo, la primera profesión de la Iglesia naciente. Pero, y nosotros, ¿qué creemos? ¿qué expresamos? ¿cómo damos vivencia a nuestra fe? Porque creer es responder, sí; pero no es cuestión teórica, repetir una respuesta como hacíamos con el catecismo cuando éramos pequeños, hemos crecido y nuestra fe ha debido pasar de ser contada a ser vivida; de saber que Dios en el Hijo es "Misterio de Amor" a Amar misteriosamente como Dios mismo nos ama. Así nuestra respuesta no será teoría estéril y letra muerta sino vida vivida -en cristiano- hecha en Cristo pan partido, compartido y repartido.
Se nos ha hablado de las llaves de Pedro (Evangelio); de la llave del palacio de David (1ª lectura) colgada del hombro de Eliacín... En la Exposición del 75 Aniversario de la llegada de los monjes cistercienses a este monasterio están las llaves y el sello que se entregan a los abades el día de su elección, son unas llaves grandonas, antiguas, que ya no abren ni cierran nada. Llaves simbólicas, como las de Pedro, como la de Eliacín. Llaves que como la fe son un don, un regalo, pero también una responsabilidad, una exigencia, un proyecto de vida.
Que nuestra respuesta a la pregunta de Jesús no tenga demasiadas palabras sino mucha vida.
Feliz Domingo

Isaías 22, 19-23
Salmo 137            R/. Señor, tu misericordia es eterna
San Pablo a los Romanos 11, 33-36
San Mateo 16, 13-20

Fr. J.L.


Entrega de las llaves a San Pedro (1482). Pietro Perugino
Fresco Capilla Sixtina (Vaticano)

martes, 25 de julio de 2017

Andarnos con Santiago

25 de julio de 2017


Celebrar al apóstol Santiago nos lleva a la primera hora del anuncio de la buena nueva de Jesús; a la llamada de los primeros discípulos; al misterio de la vida que devuelve Cristo a la hija de Jairo; al qué bien se está aquí de la transfiguración de Jesús en consonancia con la Ley y los Profetas personificados en Moisés y Elías; al rincón más amargo del huerto de los olivos; al encuentro comunitario con el Resucitado estando los discípulos encerrados por miedo; a ser el primero en derramar su sangre por el Maestro y por su Iglesia.

Y esto digamos que es "lo bonito", pero también en el evangelio encontramos un par de borrones en el curriculum de nuestro Apóstol: la impetuosidad de los hermanos santiago y Juan que proponen arrasar la ciudad poco acogedora con fuego del cielo y el evangelio que hemos escuchado. La madre de Santiago y Juan busca la prosperidad de sus hijos en el Reino de Jesús... y les/nos dice el Maestro: El que quiera ser grande, que sea el servidor; y el que quiera ser el primero, que sea el último de todos. Un programa diametralmente opuesto a nuestros humanos intereses, a lo que nos pide el cuerpo. ¿Quién no apetece poder, ansia de protagonismo, de figurar... en un mundo, competitivo, exhibicionista y ambicioso?

Santiago también pasó por ahí, el deseo de grandeza y gloria, de aspirar a los primeros puestos, de que los demás nos extiendan la alfombra por donde vamos a pasar... Jesús va a corregir inmediatamente y con contundencia este desvío de las proposiciones de sus discípulos: por ahí no se va bien, ese no es el camino. Y les habla de beber el cáliz de la pasión, como él también lo hará primero.

Probablemente Santiago, como en su momento Pedro, no entendió el alcance de las palabras de Jesús, aunque, también como Pedro, lo entendería más tarde, confiado en la fuerza de Dios y no en las propias ya que este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro.

Celebrar a Santiago nos lleva a su camino, al camino de Santiago. A la peregrinación de nuestras vidas que, sí o sí, debemos hacer con o sin caminata física. Hace 23 días, el pasado día 2, domingo, arrancaba desde aquí su peregrinación un joven, camino de Santiago. Ayer, lunes 24, abrazó al Apóstol. Casi a diario me ha enviado una foto o un comentario, empezó por cosas curiosas, físicas, artísticas, externas y ha terminado con lágrimas y movimientos del alma. Cuando me mandó la foto de su compostelana en latín, le contesté: desde ahora serás Carolus (Carlos en latín) Su caminar, como el de otros muchos, no ha sido un simple ejercicio físico, un gastar zapatillas, un ser un poco más guarrete que otros días... 

Peregrinar a Santiago es desandarse por dentro, un caminar interior, un perderse para encontrarse, un vaciarse para llenarse, un aprender apre-endiendo. Como Jesús que cambiaba el nombre de algunos de sus elegidos y con el cambio de nombre daba un nuevo rumbo a sus vidas... así debe ser el peregrinar hacia Santiago. Desde ahora serás Carolus. Carlos volverá a su casa y a su vida familiar y laboral en Madrid, pero su vivir será distinto pues se ve por dentro de otra manera.

Celebrara a Santiago nos hace revisarnos por dentro; desandar nuestra vida hasta desnudar nuestra alma; confrontar nuestra fe con la Palabra Evangélica por él vivida y predicada; preguntarnos qué puestos buscamos y de qué artimañas nos valemos para alcanzarlos; descubrir en nuestro interior si somos capaces -como los apóstoles- de beber el cáliz del Señor.
Santiago el peregrino, Santiago el caballero, Santiago el impetuoso apóstol.
Santiago, patrono de España, intercede por nosotros.

Hechos de los Apóstoles 4,33;5,12.27-33;12,2
Salmo 66              R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben
A los Corintios 4, 7-15
San Mateo 20, 20-28

Fr. J.L. 

St. James the Greater (1618/1623). Guido Reni
Museo del Prado (Madrid)

domingo, 23 de julio de 2017

Un Reino desde lo pequeño

XVI Domingo del Tiempo Ordinario (A)

 

Tres parábolas nos presenta el evangelio de este domingo. Tres parábolas y dos temas.
El Reino de los cielos se parece a un campo plantado de buen trigo donde también aparece la cizaña... 
Estamos en tiempo de cosechar, aquí llevamos desde el lunes escuchando las cosechadoras; pero a parte del cómo y cuándo recoger lo sembrado esta parábola nos plantea un dilema existencial, una realidad de eterna actualidad: el bien y el mal, lo bueno y lo malo, la justicia y la injusticia... dos realidades en los platillos de balanza, dos direcciones opuestas por las que poder dirigir nuestra vida.
Dos caminos y una actitud humana: ¿quién puede juzgar entre lo uno y lo otro?, ¿con qué criterio hacemos ese juicio? Nos puede invadir un santo celo, como a los criados de la parábola y lanzarnos a quitar lo malo -o lo que nosotros consideramos malo- estropeando no poco de lo bueno; si esta actitud la revestimos de religiosidad tenemos delante los fundamentalismos, los radicalismos religiosos e ideológicos. Es la reproducción de la tentación de Adán y Eva en el paraíso: poder decidir sobre el bien y el mal, marcar la línea que lo separa y hacer limpia de lo malo, ocupando así el puesto de Dios.
Dos caminos y la actitud de Dios: Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los jornaleros... La paciencia de Dios y el juicio de Dios se parecen poco a los nuestros. Resonaba en la primera lectura como el juicio de Dios está enmarcado en moderación, lleno de paciencia y gran indulgencia: Dejadlos crecer juntos... El poder de Dios sólo se puede entender desde su gran misericordia, su indulgencia y su perdón. Este es el camino a seguir por los creyentes desde una confianza humilde, por eso: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. (2ª lectura)
Las otras dos parábolas, la de la levadura y la del grano de mostaza nos hablan también del Reino: El Reino de los cielos se parece... poca cosa, cosas pequeñas, que producen mucho, que dejan huella, que cuando está se nota discretamente y se echa mucho en falta si está ausente... El Reino de los cielos se parece... Dios se vale de lo pequeño, de lo débil, de personas, de acontecimientos, a veces de silencios y otras de palabras, de ausencias... para hacerse cercano, para construir su reino, para sembrar en nosotros y en el mundo su semilla del Reino.
Todos somos parte de este Reino, constructores de este Reino. Aunque nos creamos "poca cosa" en manos de Dios, siempre y todos, somos útiles, grandes y perfectas herramientas. El Reino de Dios se va construyendo cada día, lo vamos haciendo cada uno de nosotros, cada día, si nos dejamos ser herramientas, semilla, levadura... en manos del Dios. Él se encargara de modelar o tallar, de sembrar y cosechar, de amasar y hornear...
El bien y el mal conviven juntos, es así desde el principio de los tiempos; y a pesar de ello Dios cuida de todo, Obrando así, enseñaste a tu pueblo (decía la 1ª lectura) que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.
El Reino de los cielos se parece... construyamos el Reino.

Feliz Domingo

Sabiduría 12, 13. 16-19
Salmo 85 R/. Tú, Señor, eres bueno y clemente

A los Romanos 8, 26-17
San Mateo 13, 24-43

Fr. J.L.


Parábola del trigo y la cizaña (1624). Abraham Bloemaert
Walters Art Museum (Baltimore EEUU)

domingo, 11 de junio de 2017

Dios trino y uno

Domingo de la Santísima Trinidad (A)


Nos enfrentamos al gran misterio de los misterios de nuestra fe, la Santísima Trinidad.

Si en algo coinciden los teólogos es que no hay quien lo explique, así que yo no voy a ser más que nadie. Igualmente coinciden es que es un misterio más para contemplar y adorar que para entender.

Seguro recordáis la conversación entre el gran San Agustín y el niño que pretendía meter a conchas todo el agua del mar en un pequeño pozo que había escavado con su inteligencia y manos de niño, más fácil es meter aquí todo ese agua que en tu cabeza el misterio trinitario. San Patricio, en la evangelización de Irlanda, explicaba el hecho trinitario con las hojas de un trébol en las manos. Este curso escolar se ha puesto de moda un juguete, llamado "spinner", a base de rodamientos, que se hace girar entre los dedos, con un eje central y tres brazos... quizás sea hoy un buen ejemplo de "cómo funciona" (si se me permite hablar así) la Santísima Trinidad.

Aclaremos que la Trinidad no es un juguete, sino el centro de nuestra fe. La fe que la Iglesia profesa en el Dios único y verdadero, en el que nosotros creemos, un Dios y tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En su nombre, en el de las Tres Personas, entramos a formar parte de la gran familia de la fe que es la Iglesia; en su nombre comenzamos todos los sacramentos y sacramentales como celebraciones de la fe en el Dios Trinitario. Las Tres Divinas Personas un solo Dios verdadero están presentes en toda la escritura, desde la creación de todo por la mano de Dios y el aliento del Espíritu que da vida en el libro del Génesis hasta el final del libro del Apocalipsis donde el Espíritu y la esposa dicen, Maranata, ven Señor Jesús. Es Cristo la Palabra del Padre encarnada, movido por el Espíritu.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que las Personas Divinas son inseparables en su ser, inseparables en su obrar y en cada una se manifiesta los que es propio de la Trinidad (267).

Entender a Dios de forma trinitaria se expresa por primera vez en el año 381 en el I Concilio de Constantinopla, de dónde proviene el credo que hoy rezamos en forma trinitaria aceptado como credo oficial de la isa en el III Concilio de Toledo en el año 598. La igualdad en divinidad del Padre y el Hijo se definió en el Concilio de Nicea (a 325) y la divinidad del Espíritu Santo en el ya citado de Constantinopla (a 381).

Los teólogos distinguen "Trinidad inmanente" lo que sería la relación de las tres Divinas Personas y "Trinidad económica" su comunicación con lo creado. De la primera, no sabemos con seguridad en que consiste, ya que Dios es transcendente y su ser y naturaleza queda fuera de nuestro alcance. De su relación con nosotros, sabemos por la Escritura, que Dios se ha comunicado con nosotros como Padre que nos quiere; como Hijo, que nos revela al Padre y nos traza el camino de la salvación; como Espíritu que nos da la fuerza que necesitamos y nos comunica el significado de la revelación en cada tiempo y situación. Pero cuando nos relacionamos con Dios, lo determinante no son los conceptos, sino la experiencia que tenemos de Él, traducido en convicciones que guían nuestra vida.

Al misterio de la Trinidad, la Iglesia junta otro misterio, el de la vida contemplativa. Hoy se celebra la jornada "pro orantibus", el día de los y las Contemplativos, los que vivimos en comunidades de clausura dedicado primaria y principalmente a la oración contemplativa.

La Iglesia os invita hoy a tener un recuerdo especial por quienes han sido llamados a la vida contemplativa. Los monjes, las monjas y la vida eremítica (por la geografía española hay unos 800 monasterios contemplativos, menos de 30 de ellos masculinos) ofrecen a la todos los cristianos y al mundo entero, necesitado de autenticidad y trascendencia, un anuncio silencioso y a la vez elocuente del amor misericordioso de Dios. El ritmo tantas veces acelerado de nuestra vida diaria, llena de ruidos, reclama espacios y tiempos de serenidad y silencio, oración y contemplación, lugares de comunión y armonía, en los que de un modo oculto y a la vez manifiesto se ofrenda la vida en alabanza continua a la Santa Trinidad y en oración de intercesión por toda la humanidad. Contemplad al mundo con la mirada de Dios es el lema de la Jornada de este año. Si el mirar de Dios es amar, como nos dice un gran contemplativo (san Juan de la Cruz), sabemos que Dios mira amando y ama mirando con atención las necesidades de sus hijos.

Burgos es una diócesis privilegiada, bendecida con muchos monasterios tanto masculinos cono femeninos. Vosotros, los habituales de nuestras celebraciones o de nuestra hospedería, conocéis nuestra existencia y nuestra forma de ser. Gracias, también a vosotros, pues vuestra presencia habitual nos obliga a perseverar en nuestra ofrenda y misión eclesial.

Gratitud este domingo de la Santa Trinidad bendiciendo al Señor por la vocación consagrada contemplativa, gratitud por ser y sabernos parte de la trinitaria familia de Dios.

Feliz Domingo

Éxodo 34, 4b-6. 8-9
Salmo. Daniel 3, 52-56 R/. A ti gloria y alabanza por los siglos
Segunda a los Corintios 13, 11-13
San Juan 3, 16-18

Fr. J.L.

La Trinidad en la Tierra (s. XVII). Jerónimo Ezquerra
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

domingo, 14 de mayo de 2017

Tres en uno

V Domingo de Pascua (A)


El Evangelio de este domingo, se encuentra dentro del discurso de Jesús a sus apóstoles en la última cena. Lo hemos leído y escuchado muchas veces y, a menudo, parece que no nos creemos lo que aquí nos dice Jesús. Nosotros pensamos de otra manera, el Dios que nosotros nos hacemos suele ser un Dios justiciero, terrible, amenazante... y ese no es el Dios del que habla Jesús. Como al apóstol Felipe hoy nos podría preguntar a nosotros: ¿no crees que yo estoy en el Padre y el padre en mí? En Cristo de ha unido lo divino y lo humano, dos naturalezas que cantamos en una antífona en el tiempo de Navidad. 

En las obras de Jesús vemos las obras de Dios Padre, en las palabras de Jesús oímos las palabras de Dios Padre, en sus preferencias, encontramos las mismas que las de su Padre Dios. Lo mismo que los cristianos deberíamos hacer las obras, decir las palabras y vivir las preferencias de Dios. Y a nuestros hermanos ver, oír y sentir con la mirada, la escucha y el tacto de Dios.

Es más fácil pensar, y casi que preferimos, tener un Dios lejos, en lo alto de la bóveda celeste, rodeado de ángeles y dispuesto a ser adorado entre fumatas de incienso que encontrarnos con su mirada frente a frente. Se teme, asusta, un Dios cercano, humanado, palpable, visible y oíble, al que se puede seguir y vivir su vida. Adorar en la distancia es más fácil que seguir sus pasos. Seguimiento supone continuidad, no momentos esporádicos. Seguir a Jesús, seguir al Dios de Jesús, parafraseando el libro del Deuteronomio en el trabajo y el descanso, en la calle, en casa y en el tempo, en las alegrías y en las penas. Seguir a Jesús supone estar en perfecta conexión, en adoración continua.

Jesús es la piedra angular, la piedra sobre la que se construye con fundamento, el cimiento fiable. También vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual... Quien sigue a Cristo, como Él, debe ser fundamento para los otros, ejemplo, ayuda, esperanza y alegría, piedra angular pero también: piedra de choque y roca de estrellarse. El cristiano, como otro Cristo, será siempre discutido, valorado de forma dispar, amado, odiado y temido. Entendido por quien entienda y ame a Cristo.

Esta semana hemos celebrado el Aniversario de la Dedicación de esta Iglesia (es el día 7, pero se traslado al lunes 8 por coincidir con domingo de pascua) casi todos los años se nos recuerda un texto de San Bernardo que hablando de los muros de la iglesia de Claraval dice: Nadie se atreve a negar la santidad de estos muros... Es verdad que llamamos santas a estas paredes y lo son por la consagración de los obispos, la lectura habitual de las Escrituras, las asiduas oraciones, las reliquias de los santos y la visita de los ángeles... La casa se santifica por los cuerpos, éstos por el alma y el alma por el Espíritu que habita en ella. (San Bernardo. Sermón IV en la Dedicación de la Iglesia) Piedras, sí, pero piedras llenas de vida por un alma llena del Espíritu de Dios.

Unidos a Dios, creer en el Dios, llenos del Dios de Jesús.

Cristo para nosotros Camino, Verdad y Vida. Es difícil aplicar estos tres nominativos a Cristo sin combinarlos entre ellos: Jesús es Camino, que empieza y termina en Dios. Él es la verdad, es decir, soy lo que tiene que ser, la esencia del Dios del Antiguo Testamento, del Yo soy el que soy. Él es la Vida, es decir, lo esencial de nuestro ser está en función de hacer su voluntad.

Siempre en Cristo, Camino de Verdad que nos lleva a la Vida.

Gozosa Pascua.

Feliz Domingo.

Hechos de los Apóstoles 6, 1-7
Salmo 32 R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Primera Carta de San Pedro 2, 4-9
San Juan 14, 1-12

Fr. J.L.

Jesús y los discípulos (1308-1311). Obra de Duccio di Buoninsegna
Temple sobre tabla. Museo dell'Opera del Duomo. Siena (IT)

domingo, 30 de abril de 2017

El Gozo de la Pascua

III Domingo de Pascua (A)


Desde hace dos domingos, desde el día de Pascua cada Evangelio en las celebraciones de la misa ha sido una aparición de Cristo resucitado.

Cada día Cristo se nos hace presente, encontradizo, cercano, camina a nuestro lado. Como hace hoy con los discípulos de Emaús.

Ay, los discípulos de Emaús... tristes, dudosos, en retirada... conociendo las escrituras y habiendo visto su cumplimiento, incluso habiendo oído de alguno de los nuestros que estaba vivo. Qué bien nos representan. Tenemos, como ellos, a Jesús delante y nuestros ojos no son capaces de ver. Entran tantas cosas por nuestros oídos que no somos capaces de escuchar. Tantas cosas llenan nuestro corazón que ya no cave el amor. 

Jesús les deja hablar, los escucha, camina con ellos... solo cuando callan y escuchan, entienden; y arde su corazón en el camino. El volver a las fuentes, que tanto resaltó el concilio Vaticano II es lo que viene a decirnos hoy la Palabra. Cristo ayer y hoy, principio y fin, el primero y el último, Cristo siempre y Cristo centro. Sin Cristo y Cristo resucitado nuestra vida no tiene sentido. 
Solo cuando como los de Emaús dejamos de ser el centro y ponemos a Cristo en su sitio entendemos, avanzamos, damos fruto.

Tres pasos aparecen en las apariciones de Jesús resucitado: 1º en verle, sentirle, encontrase con él. 2º confrontar nuestra vida con su vida y su palabra. y 3º actuar. 

¿Por qué nuestra fracción del pan precedida del encuentro con la Palabra, o lo que es los mismo, nuestra Eucaristía habitual, no nos abre los ojos? ¿Por qué no salimos de nuestras celebraciones encendidos en nuestro corazón como los de Emaús para compartir que nos hemos encontrado con Cristo vivo y presente en nuestra vida y nuestra historia? ¿Por qué dejamos que la ilusión se apague y como ellos perdemos la esperanza?

Se les abrieron los ojos y lo reconocieron al partir el pan. Ellos esperaban un Salvador poderoso, milagrero, contundente... cuentan que había visto signos y milagros... y encuentran a un Jesús acogido en su propia casa, compartiendo su mesa y su pan. Partir y compartir el pan, algo tan humano, tan cristiano; la cena que recrea y enamora, de la que habla San Juan de la Cruz.

El encuentro Cristo Resucitado se nos tiene que notar; nos debe llevar a compartir la fe, a comunicar ese fuego que arde en nuestros corazones, que nuestra vida y obras hablen por nosotros. A compartir el tiempo, el amistad, el pan, el gozo que nos debe desbordar... no puede haber un cristiano que sepa y sienta que cristo ha resucitado y viva tristemente en tristeza. 

Que el gozo de la Pascua nos llene y nos haga salir corriendo, y retroceder nuestros caminos equivocados, y volver al principio las veces que haga falta, y gritar con palabras y obras que Cristo vive y nos llena, y da sentido a nuestro vivir de cada día.

Gozosa Pascua.

Feliz Domingo.

Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33
Salmo 15 R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida
Primera Carta de San Pedro 1, 17-21
San Lucas 24, 13-35

Fr. J.L.

Los discípulos de Emaús (1602). Caravaggio
The National Gallery (Londres)

sábado, 4 de marzo de 2017

Caer para ser levantados

I Domingo de Cuaresma (A)

 

El pasado miércoles, con la bendición e imposición de la ceniza comenzábamos el tiempo de Cuaresma. Cuarenta días de camino hacia la Pascua. Cuarentena que recuerda los días con sus noches que duró el diluvio; Los días de la espera de Noé y los suyo en el arca hasta que desembarcaron; los cuarenta días que los israelitas estuvieron reconociendo la tierra prometida, tierra que mana leche y miel, y que se convirtieron en otros tantos años de vueltas y revueltas por el desierto por sus dudas y falta de fe; los días que pasó Moisés en la montaña antes de recibir las tablas de la Ley; los mismos días que estuvo Goliat provocando al cobarde ejército de Israel hasta ser vencido por David, quien recibió en pago 40 años de reinado; cuarenta los días que pasó Jesús en el desierto antes de presentarse a Israel. Cuarenta días que nosotros tenemos por delante.
Las lecturas de este domingo dan color al tiempo cuaresmal, pecado y conversión, caídas y arrepentimientos, bien y mal, ojos que ven o ojos que contemplan, un pecado y un acto salvador, un tentador y un vencedor.
Un paraíso y un desierto. En la tradición monástica el claustro es imagen del paraíso, donde todo es armonía, concordia y paz, donde se puede hablar con el Señor como con un amigo. Y en la misma bibliografía monástica encontramos que el desierto es, a menudo, el camino del claustro y el lugar preferido para ese encuentro íntimo con Dios.
En uno y en otro, Dios se hace el encontradizo, sale al paso de su creatura; pero también la tentación. Adán y Eva fueron tentados, el pueblo de Israel -en su peregrinaje- fue tentado, Jesús fue tentado, nosotros somos tentados.
Pero el asunto no es ser tentado, y pobre el que no sea tentado, el asunto es vencer la tentación. Hacer de la tentación herramienta de progreso como dice San Agustín: ...nuestro progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a si mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir se carece de enemigo y tentaciones. (S. Agustín, Comentario sobre los Salmos)
Ser tentados. Nuestra verdadera tentación es no cumplir el proyecto que Dios tiene sobre nosotros, ésta fue la tentación de Jesús. Quién no quiere prestigio, fama, comodidades, mandar y ser obedecido, tener... es muy humano y Jesús, como hombre, fue tentado en lo que a todos más nos duele. La ambición del ser como dioses, del Génesis; el ser más de todo tiempo sigue invadiendo nuestros propios y necesarios desiertos.
Ser tentados... y caer para ser salvados. No hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos (2ª lectura) No nos podemos quedar en la tentación y en la caída que conlleve, la tentación es camino de salvación. Y cito de nuevo a San Agustín: En Cristo eras tentado tú, porque Cristo tenía de ti la carne, y de él procedía para ti la salvación; de ti procedía la muerte para él, y de él par ti la vida; de ti para él los ultrajes, y de él para ti los honores; en definitiva, de ti para él la tentación de él para ti la victoria.
El Papa Francisco en su Mensaje para esta Cuaresma, comentando el texto del hombre rico y el pobre Lázaro (Lc 16, 19-31) marca tres pautas:
1.- El otro es un don. Todos somos para el otro y los otros son para nosotros, grito de Dios; la justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida.
La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo.
Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.
 2.- El pecado nos ciega. En -el hombre que vive para el tener- se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia.
Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación.
 y 3.- La Palabra es un don.  En la parábola se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo.
La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.
Y termino con las palabras del propio Papa: Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor "que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador" nos muestra el camino a seguir.
Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados...
Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.
Feliz Cuaresma, camino hacia la Pascua.
Feliz Domingo.

Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
Salmo 50 R/. Misericordia, Señor: hemos pecado
Carta a los Romanos 5, 12-19
San Mateo 4, 1-11


Fr. J.L.




La Tentacion de Cristo (1841/42). Sandro Botticelli
Capilla Sixtina del Vaticano

viernes, 24 de febrero de 2017

Confiando en...

VIII Domingo del Tiempo Ordinario (A)


Si un tema recorre las lecturas de este domingo es, sin duda, la confianza.

Confiar en Dios como en una madre, más que en una madre.

Confiar en Dios, juez y criterio de nuestro obrar, en quien tenemos confianza y debemos fidelidad.
Confiar en Dios, sabiendo que sólo Él llega hasta el final de todos y de todo.
Confiar en Dios que es la luz que ilumina nuestras tinieblas.
Confiar en Dios, no en el dinero, el poder o el tener.
Confiar en Dios que apacigua nuestros agobios, muy humanos por otra parte.

Hace pocos días, hablando con unos sacerdotes diocesanos salió el tema de la paga del clero y la falta de fondo a corto tiempo... decía uno de ellos "hay que ver el tema con ojos evangélicos". Al leer el Evangelio de hoy pienso que los pájaros y las flores del campo tienen más criterios evangélicos que muchos cristianos, muchos curas, muchos de nosotros. Confiar en Dios.

No es cómodo vivir al día, no es fácil, es casi imposible no buscar seguridades, pensar en el mañana, acumular... por si acaso, confiar en nuestras fuerzas, agobiarnos...

Dios y el dinero, uno de los varios binomios imposibles, parejas enfrentadas, que aparecen en el Evangelio. Dos Señores dispuestos a gobernar, dos fuerzas contrapuestas e imposibles de reconciliar. Confiar en uno mismo, posibles, fuerzas, teneres... o dejarnos en las manos de Dios. 

Descansa sólo en Dios, Alma mía.

Feliz Domingo

Isaías 49, 14-15
Salmo 61 R/. Descansa sólo en Dios, alma mía
Primera a los Corintios 4, 1-5
San Mateo 6, 24-34

Fr. J.L.

San Mateo (1632). Salomón Koninck
Colección privada

sábado, 18 de febrero de 2017

Extraordinarios...

VII Domingo del Tiempo Ordinario (A)


La idea de las lecturas de este domingo es continuación de las del domingo pasado. Se os dijo... yo digo... El cristiano debe hilar fino y en ese refinar la trama de nuestro vivir siguen las lecturas de hoy.

Del sed santos , porque yo el Señor, vuestro Dios, soy santo, al sed perfectos, como vuestro Padre celestial, es perfecto del Evangelio han pasado muchos años, mucha historia, muchas gentes, muchos pueblos, muchos reyes, muchos profetas, muchos pontífices, muchas ideologías. Entre la petición de Jesús y la escritura del Evangelio otro tantos. Sed perfectos como vuestro Padre celestial... sed santos porque yo soy santo,... la idea sigue viva, y su sentido, Dios es el mismo, y su sentido, su perfección parece que es lo único que no ha variado.

Y es que ser cristiano es ser extraordinario, ¿qué hacéis de extraordinario? nos pregunta el Evangelio. Si hacemos lo que hace todo el mundo; si el yo - mi - me - conmigo va abriéndose camino; si primero soy yo y los otros quizás después; si cumplo el ojo por ojo y diente por diente... y si puedo una muela... ¿qué hacéis de extraordinario?

Se cristiano es ser una persona extraordinaria, fuera de lo normal, quizás, hasta tontos a los ojos de mundo; por qué es tan contradictorio para el mundo quien pone la otra mejilla a quien golpea en una, quien de lo pedido en prenda...

Ser cristiano es ser raro en el mundo, pero vivido en la lógica del Reino, donde con el Señor se es compasivo y misericordioso, no odiarás, no te vengarás, no guardarás rencor... sólo con cumplir estos tres del libro del levítico del Antiguo Testamento, ya cambiaríamos el mundo.

Si amamos a nuestros enemigos y rezásemos por los que nos persiguen y calumnian... haríamos el cielo en la tierra.

Hagamos ordinario lo extraordinario.

Feliz Domingo

Levítico 19, 1-2. 17-18
Salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso
Primera Carta a los Corintios 3, 16-23
San Mateo 5, 38-48

Fr. J.L.

El buen samaritano (1838). Pelegrín Clavé y Roque
Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge